27 de abril de 2008

FOTOS DE POTOSI, LA HERMOSA VILLA IMPERIAL.






Pronto volveremos con más anécdotas de nuestro viaje!!! Mientras tanto saboreen un poco de la hermosa Villa Imperial.
Saludos.

23 de abril de 2008

EL VIAJE UYUNI - POTOSI.

A la mañana bien temprano, nos levantamos para desayunar y, luego de tomar las mochilas, nos fuimos hacia la terminal en donde tomaríamos el bus emperador. Llegamos con buen tiempo y decidimos esperar en la sala donde charlamos con una matrimonio Potosino que tenían parientes en Mendoza, de paso nos indignaríamos al saber que nos cobraron 5 Bolivianos más que a otras personas que viajaban, esto en Bolivia es muy común ya que "rige la oferta y demanda" (llámese regateo), cosa que en un intento hicimos pero no accedieron. A nosotros nos salió 35 Bolivianos cada uno mientras que en realidad salía 30.
La salida era a las 10 horas y todo parecía indicar que tendríamos muy buen tiempo en el camino y que como mucho nos llevaría entre 6 y 7 horas el trayecto.
Pues bien nada más lejos de la realidad.
Eran las 10.30 horas cuando vimos el micro que nos llevaría. Ya con solo verlo nos dimos cuenta que iba a ser una tarea difícil el hecho de llegar "en tiempo y en forma".
Subimos las mochilas, verificamos que las taparan bien y subimos al micro. Al abordar el micro vimos el estado lamentable de higiene que tenía el mismo: totalmente embarrado el piso, sucio, muy sucio.
A las dos horas de un lento pero seguro andar tuvimos el primer inconveniente que fue una pinchadura. Rápidamente el chofer, que viajaba sin asistentes, solucionó el problema y seguimos andando.
El clima estaba cada vez más feo y el presagio de que no llegaríamos en el tiempo estipulado se hacía cada vez más "real". Pasado el mediodía la lluvia era infernal y allí el chofer nos comunicó que estamos a tan solo tres horas de Potosí, pero que debíamos parar porque el camino todavía era de ascenso y la lluvia estaba mucho más complicada arriba en la montaña.
Paramos por término de media hora en un parador y compramos algunas provisiones para engañar el estómago por un tiempo más. El cálculo de tres horas nos daba la pauta de que estábamos atrasados una hora o talvez hora y media.
Salimos y el camino era mucho más penoso de lo que le habían descripto algunos camioneros que bajaban de la montaña. El camino ya no era camino sino un gran barreal en donde los surcos dejados por las ruedas de los camiones, camionetas y buses hacían del viaje un paseo tortuoso del que no se podía andar a más de 20 Km/h. Ayudaba en sí un poco el hermoso paisaje de las montañas.
Ya llegada la noche (el sol se oculta en verano a las 18.30 aproximadamente), el frío de la montaña sobrevenía y los paisajes ya no dejaban verse. Al ver que ya era de noche volvimos a preguntar esta vez a una persona cuanto faltaba más o menos y nos dijeron....
- "faltan como tres horas". ¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?
La confusión fue muy grande ya que hacía dos horas faltaban tres. Con paciencia y resignados ante tan mala noticia pensamos que llegaríamos a Potosí a las 21.00-22.00...la verdad es que pese a que hemos leído mucho sobre los posibles retrasos una cosa es leer eso y otra es vivirlo. Pobres inocentes, todavía faltaba lo peor.
Eran las 21 horas cuando faltando cinco kilómetros para la entrada a Potosí escuchamos un grito de pare. El camión que gritaba desesperadamente pare dirigía sus gritos a nosotros hasta que el chofer se percató de ello y paró.
Le eschuchamos decir al camionero "si hacías 50 metros más se mataban, mirá como tienes esta rueda".
La rueda estaba a punto de salir despedida de su eje porque le faltaban sus tuercas. Lo último que nos faltaba era justamente esto estando tan cerca y teniendo ante nuestros ojos el hermoso Cerro Rico (Sumaj Orko) iluminado.
Idas van, idas vienen, el chofer decide que debemos bajar. Intenta en el medio del barro ponerle alguna solución pero lamentablemente era algo muy precario. Entonces no había solución a la vista, tampoco había señal de celular, los taxis no subían y la decisión del chofer del micro no nos parecía conveniente: quedarse la noche en el micro.
Discusiones, Roslie que decidió bajarse a ver para embarrarse hasta la médula, gente que se iba caminando en el medio de la más absoluta oscuridad, el barro que hacía estragos, las mochilas que se decidió bajar y que allí comprobamos estaban absolutamente mojadas, desorganización total, un micro que a instancias de un turista español que tomó la inicativa apenas pudo andar unos metros más con un rudimentario arreglo que nos permitía ir a una vertiginosa velocidad de paso de hombre, un chofer que lo único que decía es que no había solución, todas estas fueron las cosas que pasaron por término de una hora, hora y media.
Ya siendo imposible seguir andando decidimos que de a poco los grupos pararan otros micros para que nos lleven a la Ciudad. Fue así como nosotros quedamos para lo último junto con una mujer que llevaba un pequeño.

CONCLUSION NO TOMAR BUSES EMPERADOR.


Por suerte al arribar el otro micro que nos alcanzó decidimos hablarle al chofer para arreglar si nos podía dejar un poco más cerca. Nos preguntó a donde íbamos y Axel sabiendo más o menos donde era el lugar atinó a decir a la calle Linares, cerca de la plaza central. La verdad es que nos dejó muy cerca del Hostal La Casona (quedaba en la calle Chuquisaca entre Padilla y Tarija) y el micro nos dejó a la vuelta en Linares entre Padilla y Tarija.
Eran las 23 horas.
Pero esto no es todo....al llegar al hostal y después de haber chateado con la gente del hostal, de enviarnos y de enviarles una importante cantidad de e mails descubrimos que no tenían registrada la reserva. La verdad es que a esta altura creemos que la solución vino por la lástima que dábamos cuando veían como se sacaba de una mochila absolutamente mojada los mails y el chateo que nos imprimimos como constancia de que teníamos reserva, papeles que también estaban empapados.
Solucionado el asunto y agotados, es que decidimos pegarnos un muy buen merecido baño y salir para comer algo. Salimos y comprobamos que a las dos cuadras había un barcito abierto en donde nos encontramos una pareja de Cordobeses que compartieron con nosotros la peripecia del Salar de Uyuni.
- Uh que haces, como te va!!!
- Bien, vos - respondió Axel -
- Bien, bien por suerte.
- Nosotros también, estamos bien pero la verdad es que llegamos recién y...(le contamos la historia).
- Che donde están parando?.
- En el Hostal La Casona, acá a la vuelta - respondemos -.
- No sabes si tienen habitación porque en el hotel tuvimos un bardo y nos queremos ir de allí.
- Mirá fijate, nosotros teníamos reservado pero la verdad es que creo que no tienen, sino enfrente del hostal está el Hostal Compañía de Jesús que parece muy lindo también - responde Axel -.
- Bueno gracias, gracias, nos vemos.
- Dale nos vemos.
Concluido el díalogo decidimos sentarnos para comer y en una de esas antes de hacerlo nos ataja una mesera que nos indica que el bar está cerrado. Sin comer, de noche, con una Potosí que es muy hermosa, pero que no había en ella una alma, es que decidimos irnos a dormir, tratando de que el día siguiente fuera mejor. Por suerte lo sería.

13 de abril de 2008

EN UYUNI.

Llegados de la travesía del Salar de Uyuni, hicimos un parate en el hotel de sal donde dormimos en Colchani para nuestro almuerzo. Era la despedida de la excursión y lo hicimos con una muy rica comida todos juntos celebrando todos los buenos momentos vividos durante estos cuatro días. 
Al final ya cuando terminamos de almorzar Hilarión nos acercó la encuesta de opinión acerca del servicio que debíamos completar, como así dejar nuestras inquietudes, sugerencias y toda aquella otra indicación que quisiéramos hacer acerca del viaje. Luego de ello partimos hacia Uyuni en una ruta que era un verdadero desastre.
Tommer y Joseph tenían planeado volver a Tupiza nuevamente pero Hilarión les comunicó que no podía llevarlos debido a que el camino era muy malo y que el haría este camino tranquilamente tomándose dos o tres días para llegar hasta allí porque los ríos se encontraban muy crecidos y las condiciones del camino eran pésimas.
Ante este imprevisto, ellos tenían las mochilas en Tupiza, debieron quedarse en Uyuni por por lo menos un día casi sin dinero y sin ropa. 
Nosotros que nos alojábamos en el Hostal Sajama (Av. Potosí 23) oficiamos de ayuda en el alojamiento y le explicamos cuando saldría el tren y su costo (que finalmente no pudieron tomar por falta de asientos).
Uyuni es un pueblo chico, de origen minero, nacido a la vera de un ferrocarril como como bien nos contó Hilarión lo planificó un presidente llamado Aniceto Arce Ruíz quien desde el estado puso a su servicio personal el desarrollo de los ferrocarriles y de esa manera cimentó aún más una gran fortuna personal (cualquier semejanza a Argentina es pura casualidad!!!).
El pueblo tiene poco por ver: algunas calles pintorescas como la Av. Arce, la Av. Potosí, la Av. Ferroviaria, la Estación de trenes de Uyuni, el ya visto en el día anterior Cementerio de trenes, la feria del pueblo, la iglesia principal, no mucho más. Se trata si de una excelente base para hacer las excursiones que nosotros hicimos en sentido opuesto. 
Al llegar al hotel dejamos las cosas nos tomamos un reconfortable baño con agua caliente y salimos a pasear por todo Uyuni.
El paseo en Uyuni se circunscribe a tan solo unas pocas cuadras (ellos les dicen blocks) por lo que en término de cuatro horas recorrimos todo lo recorrible de esta pequeña ciudad.
Al día siguiente salimos bien temprano del hotel, previo a tomar un rico desayuno continental y a trabar conversación con gente de Lanús y de Rafaela (Santa Fé). A las 10 de la mañana saldríamos a Potosí con buses emperador...hasta ahí no sabíamos que pasaríamos nuevamente por una nueva odisea.











9 de abril de 2008

ULTIMO DIA EN EL DESIERTO...Y QUE DIA!!!

Pasamos la noche en el hotel hecho integramente en sal en el pueblo semi fantasma de Colchani con una noche que empezaba a verse como bastante fea. A lo lejos podían observarse la caida de algunos rayos y relampagueos que daban la pauta que pronto llovería. Y la lluvia no se hizo esperar, a las 22 horas una lluvia tenúe pero constante hizo temer que al día siguiente no pudiera realizarse la excursión al Salar de Uyuni. 
Hilarión veía con suma preocupación la amenaza de la tormenta y hacía sus consultas con los restantes guías que llevaban los otros contingentes. Al final se pusieron de acuerdo los cuatro contingentes que se encontraban en el complejo de casitas hechas con sal para salir al salar lo más temprano posible. Todos juntos así de mediar un problema uno al otro se ayudaría.
Una vez acordado esto, Hilarión nos comunicó que deberíamos estar despiertos a las 5:00. 
La ansiedad de Axel hizo que este se levantara a las 3:45 y viera con suma preocupación que todavía siguiera lloviendo. Al rato de haberse levantado ve a Hilarión que como siempre se levantaba mucho antes que todos nosotros para poner a punto todo y le pregunta:
- Hola Hilarión ¿cómo ves la cosa? ¿Podremos salir al salar?
Hilarión sin dudar le contesta:
- Axel acordamos salir todos juntos así será mejor para todos.
Las palabras tranquilizadoras de Hilarión dieron algún grado de certeza y de lógica. Quedarse en el medio del salar solos equivaldría a un suicidio.
Ya siendo las 5:30 salimos con rumbo al Salar de Uyuni. El camino es lento, tortuoso, la oscuridad es absoluta y solo a lo lejos, muy lejos, pueden verse algunas luces con las que se irían guiando los choferes de los jeeps.
Una vez adentro del Salar, todavía de noche, seguimos lo único que puede ser identificable en la oscuridad: las luces de las pocas construcciones que hay en el salar. Poco distinto es de día ya que en la inmensidad blanca de 12.000 Km.2 (esto es casi 60 veces la Ciudad de Buenos Aires) solo podés orientarte a través de las montañas, siendo el principal referente el Volcán Tunupa. Según Hilarión los GPS (Geoposicionadores satelitales) no funcionan o se vuelven locos y marcan cualquier cosa debido a la gran presencia de litio en el salar razón por la cual solo es posible ir guiándose por dicho volcán. Como quien dice "solo para expertos".
Al cabo de unos kilómetros de marcha nuestro jeep que iba delante de todos clavó sus ruedas  en la inmensidad del salar, trató de zafar pero no pudo, es más se clavó más en la fragilidad de la sal. Los tres restantes jeeps intentaron pasar, uno por la izquierda, el otro por la derecha y otro intentando el mismo camino. Todos, absolutamente todos se clavaron. 
Todavía no había amanecido e insistimos pero en cada insistencia era cada vez peor como nos quedábamos. Peor situación fue la que pasó el jeep en donde estaba un contingente de Argentinos y una pareja de Italianos. Ese jeep directamente además de estar clavado estaba levemente escoriado hacia la derecha corriendo serio peligro.
Hilarión ya al haberse dado por vencido entre tantas insistencias nos dijo:
- Tenemos que bajar.
Recién estaba amaneciendo y el termómetro del jeep marcaba 13º con lo cual afuera hacia mucho menos (estimado 10º y con lluvia). Nos arremangamos los pantalones, respiramos hondo, tomamos coraje y bajamos al salar cuya superficie estaba plenamente inundada con 10 centímetros de agua. Absolutamente congelados nuestros pies por el agua y el frío, no nos daba tiempo a pensar en ello porque lo único que queríamos es salir de la varadura.
Los restantes contingentes al ver que Hilarión, Marcela y nosotros estábamos en el agua intentando empujar decidieron hacer lo mismo. Inmediatamente un crisol de nacionalidades (Bolivianos, Argentinos, Estado Unidenses, Israelies, Belgas, Irlandeses, Ingleses, Italianos, Suizos y Canadienses) tirábamos todos de un mismo lado empujando una y otra vez las camionetas para sacarlas de aquella situación. La solidaridad se hacía presente una vez más y las ganas de seguir nuestra travesía por el salar nos hacia olvidar no solo del frío sino también de la altura (ya que el salar se encuentra a 3650 metros sobre el nivel del mar) poniendo la mayor fuerza para que saliéramos adelante.

Momentos en que se estaban usando las eslingas para sacar de la varadura a los jeeps



Finalmente y luego de casi una hora de intentos pudimos sacar una de las camionetas. La esperanza estaba a la orden del día ya que con la eslinga y cables podríamos sacar a las otras. Se hizo el intento pero lamentablemente los cables se cortaron en un intento por sacar nuestro jeep. 
- Sonamos dijeron muchos y pensaron otros muy seguramente.

Muestras elocuentes de lo "feo" que estaba allí afuera




Sin embargo Hilarión se encargó personalmente de ir a Colchani con el único jeep que pudo ser sacado en búsqueda de algún auxilio, mientras tanto dejamos de mojarnos y de pasar frío para poder desayunar, tomar algo caliente tal como estaba planificado: desayunar en el salar, claro que no en estas circunstancias.

Adentro del Jeep tratando de "quitarle" frío a nuestros pies mientras tomábamos el desayuno




Habiendo pasado cerca de una hora y media Hilarión llega con dos viejos camiones que cargaban algunos tirantes, barretas y latones con los que se pretendía sacar de la varadura a los otros tres jeeps.
Junto con estos "salvadores" y todos (hombres y mujeres que integraban las distintas excursiones) a fuerza pura es que pudimos sacar a los jeeps y seguir nuestro viaje al hotel de sal.
Ya en el hotel de sal además de disfrutar de la salamandra que nos dió algo de calor, del hotel y del salar nos sacamos unas fotografías y desde allí estuvimos un tiempo más en el salar, ya que a la Isla Pescado no podríamos llegar por lo inundado que se encontraba el mismo, para volvernos a Uyuni donde terminaríamos la excursión.  

Fotos del Salar de Uyuni 





5 de abril de 2008

YA EN EL DESIERTO (DIA 3) Segunda Parte.

Dejamos atrás el maravilloso Desierto de Siloli para adentrarnos a la zona de las lagunas altiplánicas. En el camino nos acompañaban las maravillosas montañas nevadas y la soledad conmovedora del desierto. Esa soledad que rompíamos con nuestra invasora presencia. Nuestros ojos podemos decir que en este tercer día se han llenado de una interminable cantidad de paisajes. La fuerza de la naturaleza nos mostraría todo lo maravilloso que tiene para mostrar.
Sin lugar a dudas y después de una difícil elección fue el mejor día de esta excursión y puede decirse que también lo es de todas las vacaciones.
Luego de andar casi una hora por el desierto de Siloli nos encontramos con la zona de las lagunas. La primera de ellas, la laguna Ramaditas presentaba un color rojizo muy pálido y parecido a la Laguna Colorada. Esta solo la vimos y de pasada, nuestro rumbo y primer descanso fue en Laguna Honda. 

Fotos de Laguna Honda





Al llegar a Laguna Honda nos encontramos con una hermosa y verde laguna coronada en un entorno de montañas nevadas a 4115 metros sobre el nivel del mar. Allí también nos econtramos con distintos grupos, uno de ellos integrado mayoritariamente por Argentinos, que venían desde Tupiza en excursión con otras empresas. El camino una y otra vez nos haría encontrar y la solidaridad en el desierto también, ya verán porque decimos esto.
En la cercanía, tan solo a 4 km., de esta podía ya observarse a simple vista la Laguna Charcota o Chiar KKota, lugar que fue nuestra próxima parada. Si la laguna Honda era hermosa, la Laguna Charcota es de otro mundo: se trata de una laguna cuyas tonalidades son por lo menos tres, rojo, violeta y verde. A cada paso que dábamos nos encontrábamos con una laguna más hermosa que otra. 

Fotos de la Laguna Charcota




Luego de casi veinte minutos allí seguimos nuestro camino hacia la Laguna Hedionda. En efecto la Laguna Hedionda lleva este nombre por el fuerte olor derivado de la descomposición de las plumas de los flamencos rosados, el olor a azufre y los micro organismos de los que se alimentan las parinas. Sin embargo esto no le hace disminuir encanto al hermoso entorno de la laguna con sus montañas nevadas, las parinas, estas mucho más amigables que las anteriores y el hermoso colorido verde de la laguna. Ni siquiera la amenazante tormenta que empeza a avirozarse a lo lejos podía restarle encanto. Sin embargo y gracias al mal tiempo que podía visualizarse que había al norte impidió seguir camino hacia la Laguna Cañapa y tuvimos que tomar un desvío por el que pudimos ver desde muy lejos y gracias a los binoculares a dicha laguna. En una especie de compensación si se quiere llamar así pasamos por la Laguna Chulluncani al borde del imponente Volcán Caquella de 5947 metros de altitud. La magnitud de la tormenta de nieve que se abatía en su cima nos daba la pauta de que tarde o temprano esa tormenta se transladaría en forma de aguacero en algún lugar cercano y el lugar elegido fue para ello el Valle de Rocas.

Fotos de la Laguna Hedionda




Roslie y Axel en la Laguna Chulluncani

Cuando estábamos llegando a la zona de la Laguna Chulluncani vimos detenido uno de los jeeps de otro contingente. Se trataba del jeep del contingente de Argentinos que había pinchado, además de haberse clavado hasta los ejes en el débil suelo desértico. Rápidamente Hilarión bajó del jeep a ayudar. La solidaridad nació a partir de allí y es a partir de allí que por una u otra contingencia que tuviéramos cualquiera de nosotros en el camino siempre iba a existir mútua cooperación.
Paleamos, empujamos al otro jeep que se había quedado y que no podía arrancar, buscamos piedras para que el jeep al que tenía que cambiarle la rueda no corriera el riesgo de tener movimientos, cambiamos la rueda y seguimos. Jamás pensamos que íbamos a hacer fuerza en una altura que promediaba los 4100-4200 metros sobre el nivel del mar, sin embargo allí estábamos y en el esfuerzo no se hizo sentir la temida altura. Seguimos viaje y a medida que llegábamos al Valle de Rocas el paisaje cambió una vez más por completo, tornándose más desértico y lleno de ¿adivinen qué? si señores/as de rocas. A uno y otro lado se encontraban un sinfín de rocas que hacían de este lugar un paisaje muy parecido al que pueden verse en las películas del Lejano Oeste.

Fotos del Valle de Rocas 





Al llegar al Valle de Rocas decidimos bajar en un punto para almorzar. Estaba nublado, feo, amenazante, sin embargo todo parecía indicar que no llovería. Sacamos una foto, dos, cayeron en ese instante una gota, dos e inmediatamente un rayo iluminó el oscuro cielo y tronó de una manera aterradora. No alcanzó el tiempo para que reaccionáramos que debimos correr rápidamente en dirección al jeep que se había estacionado cien metros más adelante para tener que refugiarnos del aguacero que duraría apenas unos minutos. Hilarión muy criterioso decidió emprender la marcha y al cabo de un kilómetro, en donde la tormenta solo se escuchaba, es que decidimos almorzar. 
Luego del almuerzo emprendimos la marcha ya por una ruta cuyo camino era de ripio pero en muy buen estado. Allí pasamos por pueblos como Alota. Pasando Alota pinchamos nuestra cuarta rueda en el camino. La caravana de jeeps que venían detrás nuestro al ver que era Hilarión quien estaba parado al costado de la ruta detuvieron la marcha para ver que pasaba. Todo un símbolo de la solidaridad en el camino. 
Seguimos viaje pasando por San Crístobal y otros pueblos de menor importancia hasta el Cementerio de Trenes en las cercanías de la Ciudad de Uyuni. 
Ya bien entrada la tarde y luego de visitar el Cementerio de Trenes de Uyuni nos dirigimos a Colchani, un pueblo ubicado a 20 Km. de Uyuni donde pasaríamos nuestra última noche de la excursión.

Fotos del Cementerio de Trenes de Uyuni

 

Allí nos alojamos en una pintoresca casita de sal. El pueblo tiene poco para contar, se nota que otrora fue un centro de acopio de sal y que desapareció casi por completo ya que la mayoría de sus casas se encuentran abandonadas. Sin embargo al calor del turismo es que se abre para este lugar un haz de luz ya que pueden verse un número reducido, pero no poco importante, de negocios de artesanías y alojamientos construidos con bloques de sal. 

Fotos del Pueblo de Colchani