5 de abril de 2008

YA EN EL DESIERTO (DIA 3) Segunda Parte.

Dejamos atrás el maravilloso Desierto de Siloli para adentrarnos a la zona de las lagunas altiplánicas. En el camino nos acompañaban las maravillosas montañas nevadas y la soledad conmovedora del desierto. Esa soledad que rompíamos con nuestra invasora presencia. Nuestros ojos podemos decir que en este tercer día se han llenado de una interminable cantidad de paisajes. La fuerza de la naturaleza nos mostraría todo lo maravilloso que tiene para mostrar.
Sin lugar a dudas y después de una difícil elección fue el mejor día de esta excursión y puede decirse que también lo es de todas las vacaciones.
Luego de andar casi una hora por el desierto de Siloli nos encontramos con la zona de las lagunas. La primera de ellas, la laguna Ramaditas presentaba un color rojizo muy pálido y parecido a la Laguna Colorada. Esta solo la vimos y de pasada, nuestro rumbo y primer descanso fue en Laguna Honda. 

Fotos de Laguna Honda





Al llegar a Laguna Honda nos encontramos con una hermosa y verde laguna coronada en un entorno de montañas nevadas a 4115 metros sobre el nivel del mar. Allí también nos econtramos con distintos grupos, uno de ellos integrado mayoritariamente por Argentinos, que venían desde Tupiza en excursión con otras empresas. El camino una y otra vez nos haría encontrar y la solidaridad en el desierto también, ya verán porque decimos esto.
En la cercanía, tan solo a 4 km., de esta podía ya observarse a simple vista la Laguna Charcota o Chiar KKota, lugar que fue nuestra próxima parada. Si la laguna Honda era hermosa, la Laguna Charcota es de otro mundo: se trata de una laguna cuyas tonalidades son por lo menos tres, rojo, violeta y verde. A cada paso que dábamos nos encontrábamos con una laguna más hermosa que otra. 

Fotos de la Laguna Charcota




Luego de casi veinte minutos allí seguimos nuestro camino hacia la Laguna Hedionda. En efecto la Laguna Hedionda lleva este nombre por el fuerte olor derivado de la descomposición de las plumas de los flamencos rosados, el olor a azufre y los micro organismos de los que se alimentan las parinas. Sin embargo esto no le hace disminuir encanto al hermoso entorno de la laguna con sus montañas nevadas, las parinas, estas mucho más amigables que las anteriores y el hermoso colorido verde de la laguna. Ni siquiera la amenazante tormenta que empeza a avirozarse a lo lejos podía restarle encanto. Sin embargo y gracias al mal tiempo que podía visualizarse que había al norte impidió seguir camino hacia la Laguna Cañapa y tuvimos que tomar un desvío por el que pudimos ver desde muy lejos y gracias a los binoculares a dicha laguna. En una especie de compensación si se quiere llamar así pasamos por la Laguna Chulluncani al borde del imponente Volcán Caquella de 5947 metros de altitud. La magnitud de la tormenta de nieve que se abatía en su cima nos daba la pauta de que tarde o temprano esa tormenta se transladaría en forma de aguacero en algún lugar cercano y el lugar elegido fue para ello el Valle de Rocas.

Fotos de la Laguna Hedionda




Roslie y Axel en la Laguna Chulluncani

Cuando estábamos llegando a la zona de la Laguna Chulluncani vimos detenido uno de los jeeps de otro contingente. Se trataba del jeep del contingente de Argentinos que había pinchado, además de haberse clavado hasta los ejes en el débil suelo desértico. Rápidamente Hilarión bajó del jeep a ayudar. La solidaridad nació a partir de allí y es a partir de allí que por una u otra contingencia que tuviéramos cualquiera de nosotros en el camino siempre iba a existir mútua cooperación.
Paleamos, empujamos al otro jeep que se había quedado y que no podía arrancar, buscamos piedras para que el jeep al que tenía que cambiarle la rueda no corriera el riesgo de tener movimientos, cambiamos la rueda y seguimos. Jamás pensamos que íbamos a hacer fuerza en una altura que promediaba los 4100-4200 metros sobre el nivel del mar, sin embargo allí estábamos y en el esfuerzo no se hizo sentir la temida altura. Seguimos viaje y a medida que llegábamos al Valle de Rocas el paisaje cambió una vez más por completo, tornándose más desértico y lleno de ¿adivinen qué? si señores/as de rocas. A uno y otro lado se encontraban un sinfín de rocas que hacían de este lugar un paisaje muy parecido al que pueden verse en las películas del Lejano Oeste.

Fotos del Valle de Rocas 





Al llegar al Valle de Rocas decidimos bajar en un punto para almorzar. Estaba nublado, feo, amenazante, sin embargo todo parecía indicar que no llovería. Sacamos una foto, dos, cayeron en ese instante una gota, dos e inmediatamente un rayo iluminó el oscuro cielo y tronó de una manera aterradora. No alcanzó el tiempo para que reaccionáramos que debimos correr rápidamente en dirección al jeep que se había estacionado cien metros más adelante para tener que refugiarnos del aguacero que duraría apenas unos minutos. Hilarión muy criterioso decidió emprender la marcha y al cabo de un kilómetro, en donde la tormenta solo se escuchaba, es que decidimos almorzar. 
Luego del almuerzo emprendimos la marcha ya por una ruta cuyo camino era de ripio pero en muy buen estado. Allí pasamos por pueblos como Alota. Pasando Alota pinchamos nuestra cuarta rueda en el camino. La caravana de jeeps que venían detrás nuestro al ver que era Hilarión quien estaba parado al costado de la ruta detuvieron la marcha para ver que pasaba. Todo un símbolo de la solidaridad en el camino. 
Seguimos viaje pasando por San Crístobal y otros pueblos de menor importancia hasta el Cementerio de Trenes en las cercanías de la Ciudad de Uyuni. 
Ya bien entrada la tarde y luego de visitar el Cementerio de Trenes de Uyuni nos dirigimos a Colchani, un pueblo ubicado a 20 Km. de Uyuni donde pasaríamos nuestra última noche de la excursión.

Fotos del Cementerio de Trenes de Uyuni

 

Allí nos alojamos en una pintoresca casita de sal. El pueblo tiene poco para contar, se nota que otrora fue un centro de acopio de sal y que desapareció casi por completo ya que la mayoría de sus casas se encuentran abandonadas. Sin embargo al calor del turismo es que se abre para este lugar un haz de luz ya que pueden verse un número reducido, pero no poco importante, de negocios de artesanías y alojamientos construidos con bloques de sal. 

Fotos del Pueblo de Colchani





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