25 de febrero de 2012

EN LA CASA DEL SOL.

Después de nuestra excursión por el Campo de Piedra Pómez, llegamos nuevamente a Antofagasta de la Sierra. 
Marcos se retiró hacia el lugar donde se encontraba alojado, mientras que nosotros lo hicimos a la Casa de Pascuala Vázquez quien le explicaba a uno de sus huéspedes como llegar a los Petróglifos de Peñas Coloradas. Escuchamos atentamente su explicación y nos prendimos en la conversación. Al finalizar la misma, Pascuala nos ofreció de comer pero como ya habíamos comido, en realidad lo que hicimos fue preparar unos ricos mates con rica rica y a sentarnos en el cordón de la vereda frente a la casa de Pascuala para conversar un rato juntos. 
Como las chicas se habían ido a una excursión larga, Marcos se encontraba solo en Antofagasta de la Sierra. Fue a descansar un rato y coordinó con nosotros salir a caminar por Antofagasta de la Sierra.
Mientras tanto nosotros estábamos junto a Pascuala y entre mate y mate hablamos de nuestras vidas, de la vida de ella, de su adorada hija Yanina, a quien siempre recordamos con mucho cariño, que estaba pronto a casarse y de un montón de cosas más. 
Así entre mate y mate se hicieron las 16 horas, momento en el que Axel fue a comprar un agua mineral al almacén y un poco de fiambre, queso y pan.
Al llegar al almacén como Axel vio que tenían varios bidones de agua mineral grande, le encargó también dos bidones de 8 litros para nuestra estadía en Antofalla. 
Vuelto nuevamente a la esquina de la casa de Pascuala, esperamos a Marcos quien apareció y nos fuimos a caminar hasta una zona cercana a la Laguna Antofagasta.
El trayecto era de unos aproximados cinco kilómetros y medio y hacia allí fuimos.


Era una tarde fabulosa aunque con mucho viento, cada vez más intenso y en contra nuestro, lo cual dificultaba la marcha. Sin embargo, el sentido de esta caminata era disfrutar.



Una prueba más del viento que por momentos se tornaba insoportable es esta foto donde se nos vuelan los pelos para todos lados.


El plan inicial estuvo en varias ocasiones a punto de abortarse y de retornar a Antofagasta de la Sierra debido a la intensidad del viento que nos demandaba un gran esfuerzo. Siempre quedaba alguno rezagado y debíamos parar para esperarlo. Lo cierto es que nos tomó mucho tiempo llegar hasta el punto donde queríamos llegar en principio y seguir hasta la Laguna Antofagasta (estaba a un kilómetro con viento en contra) implicaría que nos sorprendiera la noche en el camino.




Eran las 19.30 horas y el viento comenzaba a hacerse intenso y frío como suele suceder en la Puna toda vez que el sol comienza a ocultarse.
Los atardeceres en la Puna son un espectáculo en sí, razón por la cual este es un momento más que especial.




El cielo comienza a cubrirse de nubes, el horizonte contrario a la puesta del sol comienza a encenderse con la furia de los últimos rayos de sol, el viento ruge, las sombras se proyectan y hacen juego con el paisaje. Es un momento único, extasiante. Es la naturaleza en estado puro, nosotros sus simples espectadores.





Mientras seguimos caminando y pasan por la ruta varias camionetas, una de ellas la de Crisanto y otra de algunos turistas, nosotros continuamos con nuestra marcha y disfrutando a pleno de una puesta de sol impresionante.



Por momentos el sol se esconde en las montañas y por momentos el sol vuele a asomar iluminando con sus últimos rayos a la Casa del Sol.




Cae la tarde y con los últimos rayos de sol llegamos a Antofagasta de la Sierra. Llegamos a la casa de Pascuala y nos despedimos de Marcos. 


Al llegar Pascuala nos comenta de una parejita joven provenientes de Santa Fe que recién llegan y que quieren hacer la misma ruta que pretendemos hacer nosotros. 
También nos encontramos con el grupo de viajeros a los que Axel les recomendó hacer los alrededores de Antofagasta, los cuales estaban muy contentos de haber subido al Volcán Antofagasta y divisar desde allí todo ese hermoso paisaje.
Mientras cenamos las conversaciones sobre nuestras experiencias e impresiones de los lugares dominaron la temática de la mesa. 
Hablamos también con los nuevos visitantes que pretendían seguir a Tolar Grande vía Antofalla. Mapas en mano, recomendaciones, intercambio de ideas, experiencias dominaron el dialogo entre Axel y Fernando. 
Como nosotros íbamos a con Crisanto hasta Antofalla en excursión, Fernando nos preguntó si teníamos inconvenientes en que los siguiera con la camioneta y ya que van a Tolar Grande ellos después nos llevarían con la suya, a lo que Axel accedió sin inconvenientes.
Mientras charlamos un poco sobre el viaje, nos terminamos de presentar. Fernando a su novia, Morena, y yo a Roslie. Allí nos contaban que nos habían visto en el camino caminando por la ruta. Ellos venían desde Belén y venían junto a otro grupo de chicos que prefirieron seguir camino hasta Antofalla, mientras que Fernando y Morena eligieron descansar en Antofagasta de la Sierra y lo hicieron a instancias de Crisanto en la casa de Pascuala Vázquez. 
Mientras conversamos en forma muy amena y nos seguíamos conociendo, entra Marcos a la casa quien nos comunica que no va a ser de la partida en la excursión a Antofalla puesto que el sábado llegaba una gente amiga e iban a hacer la excursión juntos de Antofalla y el Salar del Hombre Muerto. Intercambio de e mails, teléfonos y un fuerte abrazo siguieron esa conversación sabiendo que, por lo menos en este camino, ya no nos volveríamos a encontrar.
Para nosotros esta era ya la última noche en Antofagasta de la Sierra, mañana nos esperaba Antofalla, el lugar donde muere el sol. Lo haríamos en compañía de nuestro querido y entrañable amigo y guía Crisanto Vázquez y junto a Fernando y Morena.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelentes relatos! Como siempre, todo tan detallado.
Axel, pensar que todavía no conozco Antofagasta de la Sierra…
Como rutero de alma y corazón que soy, mi falta de interés tal vez se deba al cambio del trazado de la ex Ruta Nacional Nº 53: hace varias décadas atrás la ensancharon y negaron la cuesta de Randolfo, que tanto me maravillaba al ver las fotos en las viejas revistas del Autoclub.
No obstante, una vez lo intentamos junto a Deborah desde El Eje, pero el río nos cerró el paso de entrada. Años después, en el viaje que compartimos junto a nuestro querido amigo Juan Rapallini, abandonamos la travesía en Salar de Pocitos…
En tu tercer diario de viaje a Antofagasta de la Sierra que leo, siento que aún sigue viva la llama en tu corazón. Por algo será.
Deberé entonces olvidarme de lo que ya fue –como fue la RUTA 40 y otros tantos lindos lugares (progreso que le dicen)- y, finalmente, entusiasmarme en realizar el periplo. Gracias por contagiar tu alegría!
Saludos.
Chugo.

Unknown dijo...

Tercera vez, segunda junto a Roslie y te puedo decir que no me canso de descubrir y redescubrir el paisaje. Sin dudas Antofagasta de la Sierra tiene cosas muy pero muy lindas que va más allá de la ruta. Incluso la vieja ruta que transité en el 2006 (que ya no corría por la Cuesta de Randolfo) es muy distinta a la de hoy en varias partes, sin embargo subsiste en un 40% una ruta que en si presenta aún diversas dificultades como los cruces de ríos o el tramo que va desde Barranca Larga (apenas se sale del pueblo) hasta las cercanías a las Dunas de Randolfo que se transita por el lecho reseco del Río Yerba Buena y que es bastante complicadito. De hecho yo lo denoté en peor estado que cuando lo cruzamos con Juan.
Quiero seguir redescubriendo lugares y rincones de ese Departamento, unir Fiambalá con Antofagasta (claro que no se puede hacerlo en auto común, menos en bondi), volver al Volcán Galán, recorrer más la zona de Antofalla y unirla con Mina La Casualidad que vale la pena...En fin creo que queda aún mucho en el tintero.
Abrazo.
Axel.