Una vista única, un lugar como no hay otro, una gama de colores que ni el mejor de los pintores puede tener tantos colores como para pintar el paisaje y los paisajes que en tan pequeño lugar como en el Antigal de Hornillos hay. Desde las alturas, costó, claro está, para mi (Axel) bajar, para Roslie subir, pero llegamos allá arriba y disfrutamos del silencio y disfrutamos de los colores, y disfrutamos de los paisajes y disfrutamos del único sonido de las espinas de los cardones que provoca el viento, estos centinelas del camino que en la montaña se han multiplicado por miles y que nos acompañaron en esta paz que en breves momentos hemos tenido allí arriba.
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