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15 de febrero de 2008

DESPUES DE TRES AÑOS...LLEGAMOS A LA LAGUNA DE POZUELOS.











Después de tres años llegamos a la Laguna de Pozuelos. En el 2005 nuestro plan de viaje incluía la posibilidad de conocer la Laguna de Pozuelos. Para ello habíamos hecho base en Abra Pampa. Fue infructuoso ya que no pudimos dar con el guardaparques, ni con guías que nos llevaran y los micros no llegaban a la zona debido básicamente a que la ruta se encontraba en pésimo estado por las lluvias. Conclusión plan frustrado y las ilusiones de conocer dicha laguna quedaron truncas.
Pero en esta vida siempre hay una revancha y, en este viaje particularmente, cuando nos ofrecieron la posibilidad de conocer la Laguna de Pozuelos no lo dudamos. Más allá de que íbamos a ver flamencos rosados por dóquier en Bolivia, no podíamos dejar de hacerlo estando tan cerca...bueno digamos que relativamente cerca.
Luego de llegar al majestuoso paisaje del Filo del Angosto nos volvimos a Santa Catalina para almorzar junto al río y allí preguntar si era posible tomar un camino alternativo que sale de Santa Catalina. Sabíamos de la existencia de esta huella pero también éramos conscientes de la limitación que ofrecía el camino por lo cual no esperábamos otra respuesta que la que nos dió un poblador de Santa Catalina llamado Fidencio Farfán:
- Imposible, el camino está malísimo.
Las alternativas eran entonces volver a Cienaguillas y desde allí tomar la Ruta Provincial 87 que luego se transforma en la Provincial 69 pasando por Pasajes, El Rodeo y Pozuelos hasta dar con el empalme de la Provincial 7 para poder entrar allí por el acceso sur de la Laguna en donde se encuentra la casa de guardaparques o bien tomar la Ruta Provincial 7 y terminar también en el acceso sur de la misma. Elegimos la primer alternativa.
Sobre la ruta antes de llegar a Cienaguillas subimos a una señora que venía caminando desde Puesto Grande para darle de comer a algunas personas que estaban en el campo trabajando en los tolares bajo el impiadoso sol puneño. Llevaba una carga pesada de comida para aproximadamente 15 o 20 personas, sus primeras palabras fue un gracias. Luego de ello trabamos una breve conversación hasta que se bajó en el lugar donde estaban los trabajadores.
Seguimos a Cienaguillas y desde allí nos dispusimos a tomar por la Ruta Provincial 87 que luego se transforma en Provincial 69 hasta el empalme con la 7 para acceder por la entrada sur de la laguna.
Allí el Río Cincel ofrece un paisaje maravilloso que brindaba la acogida de una veintena de visitantes de distintos parajes de Jujuy que acampaban. Un sol maravilloso que hacía brillar el agua dandóle la apariencia de su antiguo esplendor cuando volaban las pepitas de oro en sus cristalinas aguas. La casa del guardaparques era la única construcción en aquella inmensa altiplanicie que se encontraba con el candado puesto. Una vez más no conoceríamos al famoso guardaparques.
Pasamos con la camioneta y ya internándose unos kilómetros tuvimos que bajar para seguir a pie. Fueron aproximadamente dos kilómetros de caminar, dos para llegar y dos para volver. El terreno se empezó a poner algo cenagoso a medida que avanzábamos y las nubes que teníamos a nuestro oeste cada vez eran más amenazantes. A nuestro paso se nos aparecían cada tanto alguna que otra ave que sobrevolaba el azul cielo puneño y algunas huidizas vicuñas que correteaban en la verde alfombra del altiplano. Nos acompañaban también el sonido de los truenos amenazantes que avanzaban desde el oeste hacia nosotros y cada tanto a lo lejos podía divisarse la caída de un rayo.
Ya acercándonos a la laguna podían divisarse las primeras parinas que reacías a la presencia humana se corrían más y más. Sin embargo el hecho de haber contado con los binoculares nos facilitó la cosa y pudimos verlas como si las hubiéramos tenido al lado nuestro.
Estábamos a 4200 metros sobre el nivel del mar y nos sentimos más que bien, la altura no hizo mella sobre nuestros organismos. Eso era el indicio de que no tendríamos problemas en lo que vendría más adelante del viaje. Axel lo graficó con una frase célebre: "esto tan solo fue un entrenamiento".
A nuestra vuelta se presentó la posibilidad de volver por un camino alternativo que nos llevaba a La Intermedia y desde allí, por el asfalto de la Ruta Nacional 9, a La Quiaca. Gracias a dos personas que habíamos levantado en el camino es que no tomamos el mismo ya que nos alertaron de su pésimo estado:
- Está muy malo el camino, ha llovido mucho nos dijeron.
Era cierto los terrenos anegados que habíamos visto durante toda la jornada daban cuenta que había llovido bastante en los últimos días.
Luego de ello subieron a la parte trasera de la camioneta y los llevamos hasta Rodeo. A su término agradecieron y nosotros seguimos nuestro camino hacia La Quiaca por donde habíamos venido.

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