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26 de junio de 2008

QUE HACER?

La pregunta del millón era qué íbamos a hacer al día siguiente puesto que teníamos programado ir a las Cuevas de Huachichocana en cabalgata y el presupuesto realmente ya no daba. Los debates en torno a qué hacer fueron realmente interesantes por un lado estaba dada la posibilidad de ir a las Salinas Grandes, quedarnos en Purmamarca, ir otros lugares de la Quebrada de Humahuaca y como algo remoto ir a Humahuaca y desde allí ver si podíamos llegar al Hornacal. El plan que trazamos finalmente fue este último.
Temprano por la mañana y luego de comprar algunas cosas en la feria de Purmamarca nos tomamos el primer micro con destino a Humahuaca que tuviéramos a mano y desde allí intentaríamos ir al Hornacal.
Al llegar a Humahuaca llegamos justo para las doce, de paso revivimos ese hermoso momento que es la salida de la torre del antiguo cabildo de San Francisco Solano quien bendice a los viajeros en su estadía en Humahuaca. Paseamos un poco y decidimos luego almorzar en el restaurant La Carchapaya.
Luego del almuerzo nos lanzamos a la aventura de conseguir a alguien que nos lleve al Hornacal, lugar al que lamentablemente no pudimos conocer por lo excesivo de su costo. Nuevamente habría cambios de planes.
- Nos vamos para Uquía, dice Axel.
Tomamos el micro a Uquía y en unos instantes estábamos en Uquía disfrutando nuevamente de la hermosa iglesia de San Francisco de Paula la cual atesora los hermosas pinturas de los ángeles arcabuceros. La quietud de Uquía, los colores de las hermosas montañas nos obligaron a quedarnos por término de una hora aproximadamente allí.
Luego de ello a Axel se le ocurrió que podíamos caminar junto a la ruta en dirección a Huacalera. Hay que tener en cuenta que que Huacalera queda a más o menos 24 Km. de Uquía lo cual significaba una locura, pero bueno la locura se había puesto en marcha y ya no había vuelta atrás. A caminar se ha dicho!
El recorrido entre Uquía y Huacalera es uno de los recorridos más maravillosos y coloridos de la Quebrada de Humahuaca. La estrategia era caminar todo lo que fuera posible y disfrutar de los colores y el paisaje. De cierto modo fue una linda experiencia de la que no nos vamos a olvidar jamás, porque una cosa es ver el paisaje en la ruta parando cada tanto y otra es deleitarse con nuestra propia vista caminando y no perderse todos y cada uno de los detalles.














El Yacoraite estaba allí como un gran coloso al que el cielo plomizo le daba aún mayor realce. Ya llegados a Chucalesna, a unos 5 km. de Uquía, decidimos tomarnos un micro del Expreso Vallisto y seguir hasta Tilcara.
En Tilcara recorrimos un poco el pueblo, reviviendo todos y cada uno de los lugares visitados, aunque en honor a la verdad esta vez no fuimos al Pucará.
La lluvia fina que se abatió en Tilcara frustró los planes de seguir recorriendo en parte, no obstante, el broche final lo daríamos en Maimará con esos maravillosos cerros de la Paleta del Pintor los cuales no pudimos ver en su plenitud merced al mal tiempo.
Finalmente a las 21 horas estábamos de vuelta en Purmamarca donde al día siguiente finalizarían nuestras vacaciones.

12 de junio de 2008

DESPUES DE TRES AÑOS NUEVAMENTE EN PURMAMARCA.




Al bajar en la intersección de las Rutas Nacionales 9 y 52 decidimos empezar a caminar con nuestras mochilas a cuestas y, al cabo de haber realizado un pequeño trayecto de 350 metros nos para una combi que nos llevó hacia el pueblo.
Al llegar a Purmamarca experimentamos que en estos tres años que pasaron hubo algunos cambios significativos, muchos hoteles nuevos, restaurantes, lugares para comprar algunos recuerdos, la escuela hecha a nuevo, algunas casitas nuevas, también muchos comercios cuya gente se notaba claramente no era ni de Purmamarca ni del resto de la Provincia. En efecto la dulce tonada jujeña no estaba tan presente en algunos negocios.

El día pintaba muy pero muy lindo, con algunas nubes, razón por la cual ni cortos ni perezosos nos fuimos rápidamente al hostal y allí después de alojarnos en nuestra habitación salimos rápidamente a la recorrida. La Posta de Purmamarca, así se llama el hostal donde nos alojamos, nos recibía nuevamente después de tres años. La misma gente, eso si producto de la gran afluencia de turismo con muchas más habitaciones disponibles y con una disposición distinta de sus muebles, cosa que fue notada enseguida por Axel. Se puede decir que mucho más cálido y lindo que en el 2005.
Una vez fuera del hotel bajamos por la calle Santa Rosa de Lima hasta Pantaleón Cruz hacia el restaurant la sombra del sauce y desde una de sus ventanas disfrutamos por algunos instantes de la maravillosa policromía del Cerro de los Siete Colores.
Fuera del bar lo primero que hicimos fue subir al Cerro Porito. No lo hicimos por el lado convencional sino por un sendero abandonado el cual implicaba casi trepar a él. Allí nos quedamos por unos cuantos minutos disfrutando de la mágnifica vista que ofrece este mirador natural mientras lamentablemente comenzaba a nublarse.

Después de bajar el cerro tomamos las calles Florida, doblamos a la derecha, tomamos Sarmiento y luego, Lavalle. Por esta misma calle es que llegamos primero al Algarrobo Histórico, luego a la Iglesia de Santa Rosa, y frente a ella, a la Plaza 9 de Julio.

Dentro de la iglesia comprobamos que aún seguía en faltante las reliquias que han robado de dicha iglesia consistentes en objetos de plata y un crucifijo del Siglo XVII. Claramente la presencia de un policía indicaba que hoy se toman medidas de seguridad que en tiempos de antaño no eran necesarias dada la tranquilidad del lugar, pero con la Declaración de Patrimonio de la Humanidad las cosas no son lo mismo y eso vale tanto para aquellas que han sido para bien (las menos) como las que han sido para mal (las más).

Nuestro camino siguio tomando la calle Rivadavia, la cual se termina en el cementerio. Allí visitamos un poco el lugar y luego salimos en dirección al Paseo de los Colorados.
El Paseo de los Colorados, tan caro a nuestros recuerdos, fue recorrido en forma minusciosa. Tranquilamente se lo puede hacer caminando por término de una hora u hora y media - son tan solo tres kilómetros -, pero nosotros nos tomamos para hacerlo dos horas y media parándonos donde quisiéramos retratarnos, o donde quisiéramos subir a alguna montañita. El sol definitivamente se había ido y la amenaza de lluvia era toda una realidad, pero la naturaleza nos dejó poder hacer sin problemas todo el trayecto, y al llegar al hostal, recién allí, empezo una fina lluvia.Ya eran cerca de las cinco razón por la cual decidimos tomar un café y tostadas, de paso especulamos con que pudiera ser posible que dejara de llover. Luego, al término de nuestra riquisima merienda, decidimos caminar hasta la hostería del refugio de Coquena la cual nos habían indicado que ellos hacían cabalgatas. El plan sería hacer una cabalgata hasta las Cuevas de Huachichocana donde están los rastros primitivos de civilización de la Quebrada de Humahuaca. Para llegar a la Hostería hay que caminar por la Ruta 52 hasta el kilómetro 3,5 casi enfrente del Hotel Manantial del Silencio.

Al llegar allí preguntamos si efectivamente hacían cabalgatas a lo que nos contestaron que si, pero que ellos tenían una suerte de "carta de recorridos", entre los cuales no figuraba el nuestro, y que por otro lado el precio que nos pasaron significaba para nuestro presupuesto algo excesivo.

Así que las Cuevas de Huachichocana...serán para otra vez.

Atardece en Purmamarca y la llovizna vuelve a hacerse presente. Las nubes están sumamente bajas a tal punto que no permiten ver gran parte de las montañas. Volvemos al hostal, salimos a caminar, paseamos en los alrededores de la plaza, nos sentamos en el umbral del antiguo Cabildo hoy convertida en Biblioteca, hasta que finalmente, ya de noche, decidimos ir a cenar a un nuevo lugar - por lo menos para nosotros - llamado Sabor a Tierra, lugar en el cual saboreamos ricas comidas regionales con la agradable compañía de un CD de música de Tomás Lipán.

7 de junio de 2008

VOLVIENDO A PURMAMARCA.

Tomamos el desayuno a las 8 de la mañana en forma puntual, y luego de pasar ya los últimos momentos en la hostería Munay, agarramos nuestras mochilas y enfilamos la calle Belgrano con rumbo hacia la terminal de omnibus.
Ya en la terminal esperamos el micro quien llegó puntualmente a las 9.25 horas.
Poco a poco fuimos pasando los pueblos de Pumahuasi, La Intermedia y Puesto del Marqués hasta llegar en término de una hora a la Ciudad de Abra Pampa. En el medio de esta ciudad vimos el desgarrador paisaje de un terreno totalmente alambrado y con señales de calaveras que indicaban un gran peligro de muerte: Se trataba ni más ni menos que de la Metal Huasi que dejó al aire libre ni más ni menos que 10000 toneladas de escoria de plomo que intoxica y mata a nuestros hermanos y hermanas Abrapampeños. Mucho se habla de remover, de tratar esos residuos, de contenerizarlos, pero allí estaban al aire libre - y sus particulas que las respira todo un pueblo -.
Bajamos por un instante en Abra Pampa, solo unos quince minutos, razón por la cual estiramos un poco las piernas y compramos algo en el kiosko de la terminal y luego seguimos.
Ya en Tres Cruces nos deleitamos con la maravillosa formación de sus montañas: EL ESPINAZO DEL DIABLO.
El puesto de control de Gendarmería Nacional nos paró justo allí. Axel se encontraba de uno y otro lado sacando fotos cuando los gendarmes subieron pidiendo documentos. Al percatarse de ello, dejó de sacar fotos y ocupó su asiento nuevamente, exhibió los documentos y luego volvió a sacar algunas fotos más.
El día en la Puna era verdaderamente maravilloso, despejado. A medida que íbamos bajando la presencia de nubes se hacía más notoria, razón por la cual sospechamos que en Purmamarca estaría nublado. No estábamos tan errados, al poco tiempo de llegar allí se nublaría.
Siguiendo con el viaje cada uno de los paisajes de nuestra vuelta a Purmamarca, esta vez desde el norte, fueron disfrutados en todo momento, yendo de uno al otro asiento para no perderse nada y aprovechando que el micro viajaba semilleno. Se sucedían los comentarios "mirá acá el puente del ferrocarril",..."mirá allá el desvío a Iruya", "Uia que lindo...allá Hornaditas"....así hasta llegar a Humahuaca, luego pasar por Uquía, Chucalezna, Huacalera, el Angosto del Perchel, la Quebrada de Juella, Tilcara...Maimará y esos bellos cerros de la Paleta del Pintor, la Posta de Hornillos, la Quebrada de Incahuasi y, por último, allá a lo lejos, sobre la otra margen del Río Grande, el cartel sobre la montaña que indica que estamos en Tunalito...hora de empezar a levantarse de los asientos, ya estamos llegando, estamos bien cerquita de la bella Purmamarca, bien cerquita del comienzo del cierre de nuestro viaje.
Recordando estos últimos momentos hermosos es que queremos dedicar una canción que de algún modo refleja nuestros sentimientos hacia Jujuy y en especial a este pedacito de tierra maravillosa que es Purmamarca en la voz de Tomás Lipán con "Jujuy para dos".

Invitamos a escucharlo.



1 de junio de 2008

VOLVIENDO A ARGENTINA.

El día comienza en Potosí y termina en La Quiaca así fue como terminó nuestra estadía en Bolivia y se encaminaba las vacaciones con un broche de oro: Purmamarca.
Nos levantamos temprano para salir a la terminal de omnibus, ordenamos todo y nos despedimos de la gente del Hostal La Casona del que podemos decir que tiene un servicio aceptable. Tomamos un taxi hasta la terminal y hacia allí fuimos con buen tiempo como para registrar las mochilas en la boletería que se encuentra en el piso superior de la misma. Cuando vimos como las tiraban dijimos que ni locos se las íbamos a dejar. Razón por la cual las mantuvimos constantemente junto a nosotros. 
El viaje estaba previsto salir a las 8 y llegar a las 17 (hora de Bolivia) a Villazón, con una pequeña parada en Santiago de Cotagaita y en Tupiza. Puntualmente a las 8 se posa un micro de porte muy robusto en la dársena Nº 12 de salida de micros, razón por la cual teníamos duda de que fuera el mismo ya que nos aseguraron que el micro arribaba en la dársena 11. Detalle aparte, nos acercamos a preguntarle y efectivamente ese era nuestro micro, al que subió de inmediato Roslie mientras Axel verificaba donde se guardaban las mochilas. 
Ya 8.10 estábamos saliendo de la terminal con rumbo a Villazón. El micro de la empresa O' Globo es realmente cómodo, limpio, talvez un detalle no menor que era una constante en todos (no tenía baño), pero ya a esta altura realmente poco importaba.
El camino desde Potosí hasta un poco antes de arribar a Santiago de Cotagaita es totalmente asfaltado, en buen estado. Ya más adelante, comienza un ripio rudo que de algún modo justificaba la fortaleza del micro. 
Los paisajes maravillosos que surca la ruta son por momentos devorados por nuestra vista y por momentos imaginados debido al cansancio de haberse levantado temprano y a la comodidad de los asientos que invitaban al descanso. Alternadamente hasta llegar a Santiago de Cotagaita ambos nos quedábamos dormidos, aunque quien durmió más fue Axel que iba del lado del pasillo.
A la hora de viaje el micro se para para subir una familia entera quien todavía nos preguntamos de donde diablos había salido. Rápidamente la familia se sube y toma sus asientos dejando algunos integrantes de la misma parados, entre ellos la mayor del clan. Pobre vieja allí estaba tirada en el piso a veces llorando mientras sus hijos disfrutaban como si nada de la comodidad de un asiento.
El viaje hasta Santiago de Cotagaita tomó aproximadamente tres horas y media, termino más termino menos. Al llegar allí nos encontramos con un pueblo sin brillo del que mejor olvidar su paso por allí. La verdad es que no vale ni siquiera la pena abundar en detalles.
Luego de transponer el pueblo de Santiago de Cotagaita viene una de las partes más duras del camino hasta la joya bella de Bolivia, Tupiza. 
El camino gana en rudeza y los paisajes van de menor a mayor en cuanto a belleza. La sucesión de curvas entre las montañas gigantes transforman en minúsculo al micro. El camino de por momentos es verdaderamente estrecho, justamente en esos lugares es donde se encuentra mejor mantenido. 
El camino a medida que nos acercábamos a Tupiza comenzaba a hacerse familiar, hasta que finalmente pudimos divisar desde la otra margen del río a este hermoso lugar de Bolivia. 
Llegados a Tupiza a las dos de la tarde nuestros estómagos crujían pese a que los habíamos engañado a base de galletitas, razón por la cual compramos algunas provisiones y seguimos camino.
Ya si saliendo de Tupiza nuestro camino era cada vez más y más familiar: El Angosto, Entre Ríos, el Valle Encantado, Suipacha. Una y otra vez podíamos ver a lo lejos las vías de aquel tren que nos introdujo en Bolivia y que en ese momento las veíamos nuevamente en nuestra salida del hermano país. Una y otra vez podemos ver nuevamente los paisajes que habíamos visto y conocido tan solo unos días atrás. Disfrutar con ver nuevamente estos paisajes hizo aún más al viaje en forma placentera.
Llegados a Villazón comprobamos con grata sorpresa que el colectivo llegó una hora antes de lo previsto, o sea, a las 16. Ya una vez abajo del micro tomamos nuestras mochilas y enfilamos por la Av. Antofagasta hasta la 20 de Mayo y luego hasta Av. Argentina.
Disponíamos de algún dinero todavía como para poder gastar, razón por la cual decidimos comprar algunas cosas no sobre Av. Argentina (donde todo es un poco más caro) sino en las calles laterales donde la diferencia en el precio se nota. Fue así como nos quedamos con 2,50 Bolivanos en el bolsillo. Así fue como cruzamos nuevamente la frontera.
Ya haciendo la cola en la frontera para pasar, la cual era muy abultada, Axel comenzó a refunfuñar porque no se movía la fila. Decía "mirá vos tenía que ser la cola de la frontera Argentina la que no se mueve, en Bolivia todo el mundo trabaja rápido y bien, acá no labura nadie..., etc". Protesta por lo bajo va, protesta por lo bajo viene, un agente de Gendarmería Nacional nos toca el silbato.
- Oigan Uds. dos a ver vengan para acá!
Sonamos pensaba para sí Axel.
- De dónde son?
- Somos Argentinos, contestamos ambos.
- Documentos.
exhibimos los documentos, los mirá detenidamente y nos dice:
- vayan a esa cola que nosotros te tenemos el documento y luego de la verificación lo devolvemos.
- Zafamos dijo por dentro Axel quien al ver la cola en la que nos mandaron había solo tres personas.
Al tocarnos nuestro turno levantamos el bolso, lo abrimos y vieron algunas de las bolsas que compramos recientemente entonces nos dicen:
- A ver que llevan?.
- Nada algunas chucherías para regalar a la familia.
- Tecnología ¿nada no? nos pregunta el funcionario de la Aduana.
- No solo lo que llevamos desde nuestras propias casas, una cámara nada más, contesta Axel y exhibe la factura de la cámara adquirida en Argentina.
- Listo, pasen!!!

Ya nuevamente en La Quiaca lo primero que hicimos es tratar de conseguir alojamiento en el mismo lugar de donde estuvimos. Tuvimos suerte si bien no conseguimos una habitación doble, al menos conseguimos dos camitas para dormir y partir al día siguiente a Purmamarca. Lo segundo que se fue a hacer era confirmar que el saldo con el que contábamos en Bolivia no era tal. Para ello Axel fue hasta el cajero del Banco Nación del otro lado de las vías y allí comprobó que efectivamente los cajeros de Bolivia "mandan cualquier fruta en la consulta de saldos". El alma volvió nuevamente al cuerpo al saber que no contábamos con 2,50 Bolivianos. 
Un rato más paseamos por la Ciudad de la Quiaca y cenamos en un bonito bar frente a la plaza principal de la ciudad, el cual ya habíamos cenado en una anterior ocasión en nuestra estadía allá por enero del 2005.
Así fue el día, el último en Bolivia, en que comienza la recta final de nuestras vacaciones.