23 de Enero, amanece en Tolar Grande. Nos levantamos bien temprano y nos fuimos a casa de Lorenzo quien nos esperaba con la camioneta preparada mientras nosotros desayunábamos. Jean Claude y Patricia llegan un poco más tarde listos para salir juntos con la camioneta.
Finalmente salimos tomando la Ruta Provincial 27 en dirección primero a Caipe, nuestro primer destino. Nos acompaña en el camino el Salar de Arizaro, del cual algunas veces nos toca surcarlo por el medio y otras bordearlo.
El camino es bien conocido por nosotros quienes fuimos con esta por tercera vez, mientras que yo lo hice en cuatro oportunidades una más en virtud de la aventura que hice con Chugo, Deborah y Juan en el 2009 a la que denominamos Transpuna.
La historia de Caipe puede sintetizarse en esta auténtica vergüenza nacional que aún persiste y que significó el desguace de la Industria Nacional y los ferrocarriles. Consecuentemente estos pueblos murieron de pie y sólo quedan como mudos testigos en el silencio de la Puna y lo que alguna vez fue.
Caipe no es una estación más del Ferrocarril General Belgrano, ni siquiera es una estación más de las tantas que tiene el Ramal C-14. Se trataba de una estación estratégicamente ubicada en la Puna de la cual se remitía en vagones cargueros el azufre que se explotaba en Mina Julia y se procesaba y refinaba en Mina La Casualidad.
Al llegar a la entrada de Caipe abandonamos el camino de ripio para tomar el camino asfaltado hasta el pueblo - estación que lo unía con La Casualidad.
Allí al borde del Salar de Arizaro, allí donde el silencio se apodera del paisaje y no quedan palabras para describirlo se encuentra Caipe. Un blanco salar junto con una pequeña isla volcánica que trae reminiscencias gastronómicas por su forma similar a una media luna, se aprecia en el horizonte.
La estación es amplia y se nota a las claras que se trataba de un importante centro de aprovisionamiento y de carga y descargas de mercaderías, taller y estación de maniobras.
Las crónicas de los lejanos años 60 y 70s antes del cierre de La Casualidad hablan de los trenes que llegaban dos veces a la semana con las "noticias del mundo exterior", la correspondencia, las mercaderías, las revistas Billiken para los niños y de aquellos que por internet hoy ven las fotos de su amada estación y recuerdan viejos tiempos.
El vocablo Caipe tiene dos significados distintos, según el geologo Ricardo Alonso significa en lengua Quechua "lugar de las antiguas festividades" y según el antropólogo Christian Vitry significa en lengua Kunza "boca".
La emoción también nos invade a nosotros pese a haber estado dos días antes allí junto a Fernando y Morena. Allí se erigen las construcciones de la estación la cual se mantiene en muy buen estado junto a unos verdes álamos que permanecen en pie pese a las inclemencias típicas de la Puna. También están las casitas de adobe con sus candados puestos, ya oxidados por el paso del tiempo, en el que las han cerrado por última vez, vaya tal vez, para siempre.
Vista del Salar de Arizaro desde Caipe.
Estación Caipe.
Es desgarrador ver tanto abandono y tanta desolación junta, así lo expresan Patricia y Jean Claude. Recorrimos casi todas las instalaciones de este auténtico pueblo fantasma. Nos tomamos nuestro tiempo para examinar también los papeles tirados dentro de la estación que constituyen sin dudas un auténtico testimonio de la vida que tuvo esta estación en otro tiempo.
Esta es la primera parte de un recorrido al que todavía hay mucho por mostrar, en donde las historias de los pueblos, los paisajes, las vivencias de quienes conocieron alguien que trabajó en la azufrera o en el ferrocarril, y por supuesto también de los retazos nuestra historia reciente, se juntan todas ellas a la vera del camino.
Invitamos a seguirla!!!
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