A la mañana bien temprano, nos levantamos para desayunar y, luego de tomar las mochilas, nos fuimos hacia la terminal en donde tomaríamos el bus emperador. Llegamos con buen tiempo y decidimos esperar en la sala donde charlamos con una matrimonio Potosino que tenían parientes en Mendoza, de paso nos indignaríamos al saber que nos cobraron 5 Bolivianos más que a otras personas que viajaban, esto en Bolivia es muy común ya que "rige la oferta y demanda" (llámese regateo), cosa que en un intento hicimos pero no accedieron. A nosotros nos salió 35 Bolivianos cada uno mientras que en realidad salía 30.
La salida era a las 10 horas y todo parecía indicar que tendríamos muy buen tiempo en el camino y que como mucho nos llevaría entre 6 y 7 horas el trayecto.
Pues bien nada más lejos de la realidad.
Eran las 10.30 horas cuando vimos el micro que nos llevaría. Ya con solo verlo nos dimos cuenta que iba a ser una tarea difícil el hecho de llegar "en tiempo y en forma".
Subimos las mochilas, verificamos que las taparan bien y subimos al micro. Al abordar el micro vimos el estado lamentable de higiene que tenía el mismo: totalmente embarrado el piso, sucio, muy sucio.
A las dos horas de un lento pero seguro andar tuvimos el primer inconveniente que fue una pinchadura. Rápidamente el chofer, que viajaba sin asistentes, solucionó el problema y seguimos andando.
El clima estaba cada vez más feo y el presagio de que no llegaríamos en el tiempo estipulado se hacía cada vez más "real". Pasado el mediodía la lluvia era infernal y allí el chofer nos comunicó que estamos a tan solo tres horas de Potosí, pero que debíamos parar porque el camino todavía era de ascenso y la lluvia estaba mucho más complicada arriba en la montaña.
Paramos por término de media hora en un parador y compramos algunas provisiones para engañar el estómago por un tiempo más. El cálculo de tres horas nos daba la pauta de que estábamos atrasados una hora o talvez hora y media.
Salimos y el camino era mucho más penoso de lo que le habían descripto algunos camioneros que bajaban de la montaña. El camino ya no era camino sino un gran barreal en donde los surcos dejados por las ruedas de los camiones, camionetas y buses hacían del viaje un paseo tortuoso del que no se podía andar a más de 20 Km/h. Ayudaba en sí un poco el hermoso paisaje de las montañas.
Ya llegada la noche (el sol se oculta en verano a las 18.30 aproximadamente), el frío de la montaña sobrevenía y los paisajes ya no dejaban verse. Al ver que ya era de noche volvimos a preguntar esta vez a una persona cuanto faltaba más o menos y nos dijeron....
- "faltan como tres horas". ¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?
La confusión fue muy grande ya que hacía dos horas faltaban tres. Con paciencia y resignados ante tan mala noticia pensamos que llegaríamos a Potosí a las 21.00-22.00...la verdad es que pese a que hemos leído mucho sobre los posibles retrasos una cosa es leer eso y otra es vivirlo. Pobres inocentes, todavía faltaba lo peor.
Eran las 21 horas cuando faltando cinco kilómetros para la entrada a Potosí escuchamos un grito de pare. El camión que gritaba desesperadamente pare dirigía sus gritos a nosotros hasta que el chofer se percató de ello y paró.
Le eschuchamos decir al camionero "si hacías 50 metros más se mataban, mirá como tienes esta rueda".
La rueda estaba a punto de salir despedida de su eje porque le faltaban sus tuercas. Lo último que nos faltaba era justamente esto estando tan cerca y teniendo ante nuestros ojos el hermoso Cerro Rico (Sumaj Orko) iluminado.
Idas van, idas vienen, el chofer decide que debemos bajar. Intenta en el medio del barro ponerle alguna solución pero lamentablemente era algo muy precario. Entonces no había solución a la vista, tampoco había señal de celular, los taxis no subían y la decisión del chofer del micro no nos parecía conveniente: quedarse la noche en el micro.
Discusiones, Roslie que decidió bajarse a ver para embarrarse hasta la médula, gente que se iba caminando en el medio de la más absoluta oscuridad, el barro que hacía estragos, las mochilas que se decidió bajar y que allí comprobamos estaban absolutamente mojadas, desorganización total, un micro que a instancias de un turista español que tomó la inicativa apenas pudo andar unos metros más con un rudimentario arreglo que nos permitía ir a una vertiginosa velocidad de paso de hombre, un chofer que lo único que decía es que no había solución, todas estas fueron las cosas que pasaron por término de una hora, hora y media.
Ya siendo imposible seguir andando decidimos que de a poco los grupos pararan otros micros para que nos lleven a la Ciudad. Fue así como nosotros quedamos para lo último junto con una mujer que llevaba un pequeño.
CONCLUSION NO TOMAR BUSES EMPERADOR.
Por suerte al arribar el otro micro que nos alcanzó decidimos hablarle al chofer para arreglar si nos podía dejar un poco más cerca. Nos preguntó a donde íbamos y Axel sabiendo más o menos donde era el lugar atinó a decir a la calle Linares, cerca de la plaza central. La verdad es que nos dejó muy cerca del Hostal La Casona (quedaba en la calle Chuquisaca entre Padilla y Tarija) y el micro nos dejó a la vuelta en Linares entre Padilla y Tarija.
Eran las 23 horas.
Pero esto no es todo....al llegar al hostal y después de haber chateado con la gente del hostal, de enviarnos y de enviarles una importante cantidad de e mails descubrimos que no tenían registrada la reserva. La verdad es que a esta altura creemos que la solución vino por la lástima que dábamos cuando veían como se sacaba de una mochila absolutamente mojada los mails y el chateo que nos imprimimos como constancia de que teníamos reserva, papeles que también estaban empapados.
Solucionado el asunto y agotados, es que decidimos pegarnos un muy buen merecido baño y salir para comer algo. Salimos y comprobamos que a las dos cuadras había un barcito abierto en donde nos encontramos una pareja de Cordobeses que compartieron con nosotros la peripecia del Salar de Uyuni.
- Uh que haces, como te va!!!
- Bien, vos - respondió Axel -
- Bien, bien por suerte.
- Nosotros también, estamos bien pero la verdad es que llegamos recién y...(le contamos la historia).
- Che donde están parando?.
- En el Hostal La Casona, acá a la vuelta - respondemos -.
- No sabes si tienen habitación porque en el hotel tuvimos un bardo y nos queremos ir de allí.
- Mirá fijate, nosotros teníamos reservado pero la verdad es que creo que no tienen, sino enfrente del hostal está el Hostal Compañía de Jesús que parece muy lindo también - responde Axel -.
- Bueno gracias, gracias, nos vemos.
- Dale nos vemos.
Concluido el díalogo decidimos sentarnos para comer y en una de esas antes de hacerlo nos ataja una mesera que nos indica que el bar está cerrado. Sin comer, de noche, con una Potosí que es muy hermosa, pero que no había en ella una alma, es que decidimos irnos a dormir, tratando de que el día siguiente fuera mejor. Por suerte lo sería.