Ya fuera del Museo de la Casa de la Moneda nos debatimos como seguir. Roslie insistía con ir a Sucre, mientras quien les escribe en este momento, Axel, era partidario de quedarnos en Potosí. Las razones que esgrimiamos el uno y el otro eran realmente valederas. Si en Potosí hay historia pura en Sucre no es menos, es más al ser la cuna de la nación Boliviana es obvio que había más historia que en Potosí. Sucre se encuentra a tres horas de viaje de Potosí (en condiciones normales), pero...quien garantiza condiciones normales!. Este factor se inclinaba en el pensamiento de Axel quien aduciendo que "faltaba conocer a fondo a Potosí" decidió no arriesgar. Es que teníamos todas las cosas en el hotel en Potosí y con las reservas de los pasajes a Villazón para el día siguiente a las 8 de la mañana. Cualquier situación anormal nos arruinaría los planes del viaje a futuro. Por eso la excusa de seguir "conociendo a fondo" no resultaba tan mala, máxime a que nos faltaba realmente conocer más de la mitad de la ciudad. Sucre quedará para otra ocasión y seguramente así será.
La verdad es que si bien ambos provenimos de familias católicas ninguno de los dos somos practicantes. A decir verdad nunca hubierámos pensado que entraríamos a tantas iglesias juntas en un solo día.
Saldada la discusión de como seguir y con plano en mano, nos lanzamos a caminar por término de 7 horas entre las constantes subidas y bajadas de la maravillosa ciudad de Potosí. El secreto que nos mantuvo en forma era siempre caminar despacio y tener buenas provisiones de agua, esto último esencial.
El primer lugar que visitamos fue el Mercado Central, muy colorido y lleno de puestos de por cierto, luego de ello la Iglesia de San Lorenzo a la vuelta del mercado. La iglesia de San Lorenzo es una inmensa construcción de origen barroco verdaderamente inmensa.
Siguiendo luego por la calle Bolivar se encuentra la Iglesia de San Agustín quien pasó sin pena ni gloria ya que se encontraba cerrada. Caminando dos cuadras más nos encontramos con un pintoresco pasaje denominado Chacón, el cual en su casi terminación se encuentra la Iglesia de Santa Mónica. La misma tiene un mirador muy interesante como lo tienen muchas de las iglesias de Potosí, sin embargo este se encontraba cerrado, razón por la cual seguimos nuestro camino por la calle Sucre. En dicha calle decidimos hacer un alto para ir a un cajero y extraer dinero. Muy lindos los cajeros, muy modernos, bilingües, con muchas utilidades para hacer transacciones con varias cuentas en una misma tarjeta, pero...el cajero te tira cualquier saldo. Nuestra sorpresa fue ver que solo nos decía que contábamos con 300 Bolivianos exactos (unos 120 Pesos aproximadamente) cuando contábamos con muchisímo más. Tanto fue así que probamos en otro cajero y nos tiraba como saldo 342 Bolivianos ¿?¿?¿?¿?¿? (Recomendación: tengan cuidado con eso no se confíen tanto de los cajeros, lleven siempre algo de plata encima bien escondida y guardada en lugar seguro, aunque Bolivia ES UN PAIS SEGURO ).
Esta sorpresa nos haría sufrir un poco - y también ahorrar un buen dinero - hasta que en el primer cajero de La Quiaca comprobamos con certeza que los cajeros de Bolivia "mandan fruta en sus saldos".
Anécdota aparte, seguimos por la calle Sucre hasta la calle Hoyos para ir a la Iglesia de San Martín. Este último trayecto realmente se hizo muy largo y en constante subida. Llegamos al fin a la hermosa iglesia de San Martín, la cual habíamos visitado anteriormente casi de noche y bajo una molesta llovizna que nos impidió disfrutar de la belleza arquitéctonica de la misma, ubicada a mucho más de las cuatro cuadras que indicaba el plano. La Iglesia de San Martín cuenta con un maravilloso mirador al que tampoco pudimos subir...parece que la suerte con los miradores no estaba con nosotros.
Luego de la Iglesia de San Martín, volvimos camino al centro de la Ciudad a hacer ya si una oportuna parada en un bar donde almorzamos. Los idiomas se mezclaban en ese pequeño espacio. Allí se podía escuchar el acento Argento nuestro, el de Ingleses, Alemanes y Franceses, lo que se dice un auténtico lío de idiomas.
Vista de la Iglesia de Copacabana.
Acto seguido nos fuimos al Convento de San Francisco, el cual abría sus puertas a las 16 horas. En un muy buen acto de reflejo, Axel, decide oportunamente caminar hacia el barrio minero pasando por el Parque Colgua, la Iglesia de Copacabana, está última situada en una encrucijada de varias calles que te desorientan un poco. Siguiendo camino al Mercado Minero pasamos por algunas callejuelas en la búsqueda de esas casas que nos contaron muchas personas en que los vecinos que viven uno frente al otro pueden estrecharse la mano al salir a sus balcones.
Vista de una de las Torres laterales de la Iglesia de San Pedro.
Antes de llegar al Mercado Minero pasaríamos por la Iglesia de San Pedro y el pequeño Parque Minero. Tanta religiosidad de Potosí tenía que tener como contrapartida algún graffitti en contra de ella y lo encontraríamos en una calle lateral de la Iglesia de San Pedro bajo la famosa frase "la Iglesia es el opio del pueblo".
Llegados al Convento de San Francisco tuvimos la suerte de que el contingente recién se iniciaba, razón por la cual los alcanzamos rápidamente. La majestuosidad del Convento, sus pasillos, sus catapultas, ese olor a humedad de sus pasadizos, las obras de muchos pintores - muchos de ellos, anónimos -, la iglesia en si y su mirador constituyen una obra maestra de la arquitectura independientemente de las creencias religiosas o no creencias.
Ya luego de este paseo por este convento, nuestro itinerario comenzó a desdibujarse y a tornarse familiar. Poco a poco se iba haciendo de noche y era la oportunidad de tomar un café en un muy coqueto bar del centro de Potosí llamado Café "La Plata", el cual recomendamos absolutamente por lo cuidado y limpio que es.
Ya de noche y por todo lo hermoso que hemos vivido en Potosí, brindamos prometiéndonos talvez volver alguna vez. El Sumaj Orko cuidadosamente iluminado nos regalaría su última postal de nuestra última noche allí.
Saldada la discusión de como seguir y con plano en mano, nos lanzamos a caminar por término de 7 horas entre las constantes subidas y bajadas de la maravillosa ciudad de Potosí. El secreto que nos mantuvo en forma era siempre caminar despacio y tener buenas provisiones de agua, esto último esencial.
El primer lugar que visitamos fue el Mercado Central, muy colorido y lleno de puestos de por cierto, luego de ello la Iglesia de San Lorenzo a la vuelta del mercado. La iglesia de San Lorenzo es una inmensa construcción de origen barroco verdaderamente inmensa.
Siguiendo luego por la calle Bolivar se encuentra la Iglesia de San Agustín quien pasó sin pena ni gloria ya que se encontraba cerrada. Caminando dos cuadras más nos encontramos con un pintoresco pasaje denominado Chacón, el cual en su casi terminación se encuentra la Iglesia de Santa Mónica. La misma tiene un mirador muy interesante como lo tienen muchas de las iglesias de Potosí, sin embargo este se encontraba cerrado, razón por la cual seguimos nuestro camino por la calle Sucre. En dicha calle decidimos hacer un alto para ir a un cajero y extraer dinero. Muy lindos los cajeros, muy modernos, bilingües, con muchas utilidades para hacer transacciones con varias cuentas en una misma tarjeta, pero...el cajero te tira cualquier saldo. Nuestra sorpresa fue ver que solo nos decía que contábamos con 300 Bolivianos exactos (unos 120 Pesos aproximadamente) cuando contábamos con muchisímo más. Tanto fue así que probamos en otro cajero y nos tiraba como saldo 342 Bolivianos ¿?¿?¿?¿?¿? (Recomendación: tengan cuidado con eso no se confíen tanto de los cajeros, lleven siempre algo de plata encima bien escondida y guardada en lugar seguro, aunque Bolivia ES UN PAIS SEGURO ).
Esta sorpresa nos haría sufrir un poco - y también ahorrar un buen dinero - hasta que en el primer cajero de La Quiaca comprobamos con certeza que los cajeros de Bolivia "mandan fruta en sus saldos".
Anécdota aparte, seguimos por la calle Sucre hasta la calle Hoyos para ir a la Iglesia de San Martín. Este último trayecto realmente se hizo muy largo y en constante subida. Llegamos al fin a la hermosa iglesia de San Martín, la cual habíamos visitado anteriormente casi de noche y bajo una molesta llovizna que nos impidió disfrutar de la belleza arquitéctonica de la misma, ubicada a mucho más de las cuatro cuadras que indicaba el plano. La Iglesia de San Martín cuenta con un maravilloso mirador al que tampoco pudimos subir...parece que la suerte con los miradores no estaba con nosotros.
Luego de la Iglesia de San Martín, volvimos camino al centro de la Ciudad a hacer ya si una oportuna parada en un bar donde almorzamos. Los idiomas se mezclaban en ese pequeño espacio. Allí se podía escuchar el acento Argento nuestro, el de Ingleses, Alemanes y Franceses, lo que se dice un auténtico lío de idiomas.
Luego del almuerzo pasamos nuevamente por el Hostal quien debía devolvernos una toalla nuestra que creyeron de ellos cuando les dimos nuestras cosas para lavar de todo el desastre que había quedado del tormentoso viaje Uyuni - Potosí.
Vista de la Iglesia de Copacabana.
Las casas viejas y las calles hiperangostas con ese empedrado tan irregular dan un encanto único a Potosí del que difícil olvidaremos.
Vista de una de las Torres laterales de la Iglesia de San Pedro.
Nuestro propósito de llegar al Mercado Minero fue finalmente cumplido. A la vuelta, tratando de cortar camino, tomamos la calle Periodista Betanzos y pasamos por la última iglesia antes de ir nuevamente al Convento de San Francisco: la Iglesia de San Sebastián la cual se encuentra muy descuidada. Esta "vueltita estrátegica" de 26 cuadras a 4000 metros de altitud sobre el nivel del mar y en constantes subidas y bajadas nos tomó aproximadamente una hora y cuarenta y cinco minutos contando las paradas en cada una de las iglesias mencionadas en estos últimos dos párrafos.
Ya luego de este paseo por este convento, nuestro itinerario comenzó a desdibujarse y a tornarse familiar. Poco a poco se iba haciendo de noche y era la oportunidad de tomar un café en un muy coqueto bar del centro de Potosí llamado Café "La Plata", el cual recomendamos absolutamente por lo cuidado y limpio que es.
Ya de noche y por todo lo hermoso que hemos vivido en Potosí, brindamos prometiéndonos talvez volver alguna vez. El Sumaj Orko cuidadosamente iluminado nos regalaría su última postal de nuestra última noche allí.
Que lindo es Potosí!!!