27 de febrero de 2008

TUPIZA: LA JOYA BELLA DE BOLIVIA.






Video de Tupiza





El mundo se ha reservao

Un campito muy sagrao

Los genios de la tierra

lo han modelao...

Con cerros colorados

A cada costao

Y la brisa se ha asoceao

Con su alegre sonrisa...

y el silbo del wichico...

A colaborao

A llamarle TUPIZA Pueblito encantao


Alfredo Domínguez


Tupiza es un lugar en el que merece uno detenerse aunque sea un día, recorrer sus calles, sus alrededores y sus coloridos cerros.
En sus alrededores se destacan la Quebrada de Palmira, la Puerta del Diablo, el Cañón del Inca, la Quebrada de Palala, Valle de Machos, los parajes del Angosto, Entre Ríos y El Sillar. Se tratan de parajes que no distan más de 12 o 15 Km. del pueblo.
Tupiza es un pueblito apacible enclavado a 98 Km. de Villazón y a 2900 metros sobre el nivel del mar y que cuenta con algo más de 24.000 habitantes. Se trata de la cabecera de la Provincia de Sud Chichas.
Llegamos allí provenientes de Villazón en tren a las 18.25. Rápidamente tomamos la calle de salida de la estación y nos fuimos al Hotel Mitru, sito en la Av. Regimiento Chichas 187. Se trata de un hotel verdaderamente confortable, con pileta incluida, de muy buen nivel. Allí habíamos reservado previamente por e mail con la dueña del mismo, Beatriz. La verdad es que dada la seriedad y la excelente atención es que debemos decir que es ampliamente recomendable.
Los precios en Bolivia son realmente económicos, y si bien el hotel tenía un precio alto para la media de los hoteles en Bolivia, en comparación con hoteles del Noroeste Argentino todavía es muy económico.
El poco tiempo que tuvimos de luz apenas llegamos lo aprovechamos como para pasear por sus calles. El sol se ponía entre las montañas y enrojecía aún más los cerros que la rodean y protegen a este pueblo maravilloso del sur de Bolivia. Por la noche subimos al mirador del pueblo coronado por una escultura de Cristo y luego cenamos pizza.
Tupiza deviene del vocablo Tucpicsa o Topejsa que utilizaban los Chichas, sus habitantes orginarios, y que el Español lo han castellanizado a su nombre actual dado a que para estos le era imposible la pronunciación del mismo. La fundación de la misma data del año 1574 por parte de Don Luis Fuentes y Vargas. Recién en 1895 es declarada ciudad merced al desarrollo que había conseguido gracias a la actividad minera.
Durante la batalla de Suipacha que se libró el 7/11/1810, con tropas al mando de Juan José Castelli y que significó el primer truinfo de las fuerzas patrias de lo que luego sería nuestro país, los Tupìceños tuvieron una importante participación en la contienda. Tal es así que el Gobierno naciente, la Primera Junta, envió una bandera con la inscripción "La Patria a los vencedores de Tupiza" y dejó utilizar a los lugareños un brazalete esta leyenda. Esta bandera fue objeto de curiosidad por nuestra parte de poder verla pero lamentablemente nos fue imposible. Los datos recabados previamente sumado a los pocos datos que conseguimos tener allí nos impidieron dar con ella.
Una curiosidad más es que por Tupiza vagaron dos famosos bandidos Norteaméricanos que también estuvieron por territorios de la Patagonia Argentina y por Chile: Butch Cassidy y Sundance Kid. Este lugar fue su morada final ya luego de un millonario asalto a una empresa cuyo dinero era de los trabajadores fueron muertos por fuerzas policiales.
Sus alrededores no tienen desperdicio y la forma más linda de recorrerlos es en cabalgata. Así fue como recorrimos parte de ellos y en la próxima contaremos un poco de ello.

Más videos sobre Tupiza









21 de febrero de 2008

EL VIAJE EN TREN A TUPIZA.

El viaje en tren se puede resumir en varias etapas. La primer etapa, previa al viaje, que fue la del envío de e mails para solicitar la reserva de los pasajes. En esta escribimos a varias direcciones, a saber: jlvasquez@fca.com.bo; jctaborga@fca.com.bo; lduchen@fca.com.bo; emac@fca.com.bo; efasa@fca.com.bo; pasajeros@fca.com.bo y boleteriavz@fca.com.bo; de la que nos han contestado, bastante rápido, dos empleados de Ferrocarriles de Bolivia, Empresa Ferroviaria Andina (FCA): José Luis Vásquez y José Taborga. Ambos nos han orientado de mil maravillas, nos explicaron que las reservas se hacían para la categoría ejecutiva y nos han contestado todas y cada una de las consultas que le hemos hecho. Remitieron el e mail de solicitud de reserva a todas estas direcciones de modo tal que estuvieran todos enterados e hicieron la misma para el 14 de enero a las 15.30 en el tren Wara Wara del Sur; coche 1564 asientos 39-40. Hasta acá todo perfecto.

La segunda parte comienza el 14 de enero propiamente dicho. Apenas pasamos la frontera pedimos un plano de Villazón que lamentablemente nunca lo pudimos conseguir. Seguimos todo derecho por Av. Argentina, que luego se transforma en Av. 20 de Mayo y más allá de esta en Av. Antofagasta y nos fuimos hasta la estación de trenes a buscar nuestros boletos. Nos acercamos al mostrador, le comentamos que habíamos reservado, nos pidieron los documentos para constatar nuestras identidades e hicieron la correspondiente factura con los pasajes. 38 Bolivianos cada uno, total 76 Bolivianos, plin caja.
Segunda etapa con un final feliz.
Nuestra elección por el tren se debía básicamente a tratar de viajar cómodos, rápido y sin inconvenientes. Podíamos haber elegido viajar en micro por 15 Bolivianos cada uno pero nos habían advertido de lo malo que era el camino de Villazón a Tupiza. Después cuando nos volvimos de Potosí a Villazón verificaríamos que no era para tanto... ¡si lo hubiéramos sabido antes!...
Luego de pasear un rato, cambiar algo de plata, comprar algunas cosas, descansar y comer nos fuimos a la estación de trenes. Ya a las 14 horas el tren estaba haciendo las primeras maniobras, la sala de espera estaba llena y el andén aún no se había habilitado. A eso de las 14.45 habilitan el paso hacia el anden. Allí nos tomamos unas fotos y verificamos que podían dejarse los bolsos en un guarda equipajes que nunca nos dijeron que existía. Un detalle menor al que le restamos importancia aunque nuestras espaldas dijeran lo contrario.
A las 15.15 habilitaron las entradas a los coches del tren y nos subimos. Hasta aquí todo, absolutamente todo perfecto. Nos acomodamos, reclinamos los asientos y en una de esas vemos que se acerca una señora buscando su asiento. ¡Zas! ella tenía nuestro asiento y nosotros teníamos el de ella, el problema era que era para dos y no para tres. Ella iba a Oruro y nosotros nos bajábamos mucho antes, en Tupiza.
Axel se acerca al guarda le avisa del inconveniente, la contesta con un ya ya (ia ia) y punto. Vuelve al asiento en el medio del dialogo con Roslie en donde le cuenta que ni le dio bola se acerca un chico que iba a Oruro. Iba acompañado de su abuelo que lo despedía. El chico cuando vio que tenía ocupado sus asientos se ofuscó bastante y decía
-¡cómo yo reservé los boletos el año pasado!
a lo que le contestamos que nosotros también los habíamos reservado hacía más de un mes.
Se fue y al rato y vuelve con el jefe de estación quien nos hace retirarnos de nuestros asientos, llevándonos tres asientos más adelante en donde la ventana no podían abrirse y terminamos muriéndonos de calor. La peor parte la sufrió la señora que vino primero, discriminada lamentablemente por su condición de chola y que apenas podía darse a entender en castellano.
Le dijeron:
-Ud. venga mamita
y se la llevaron vaya a saber a donde, cuando había pagado por un viaje en clase ejecutiva. Realmente patético.
Todo lo bueno que previamente se había hecho se derrumbaba en unos pocos minutos.

El tren salió puntualmente a las 15.30 horas, ni un minuto más ni un minuto menos. No es algo del otro mundo pero tampoco era malo el servicio. Realmente era muy limpio, el personal pasaba a cada rato un trapo de piso en los pasillos de los coches, el buen olor reinaba en el ambiente. Pero algo siempre fallaba, los asientos a los que fuimos reasignados no reclinaban, las ventanas no se abrían, el tren que supuestamente contaba con aire acondicionado apenas tenía un ventilador pequeño que no hacía llegarnos ni la más mínima gota de aire y encima cuando llegaron los refrigerios por el hecho de habernos movido de asiento nos ningunearon. Al escuchar que ofrecían los refrigerios a la gente que viajaba a Tupiza y que a nosotros nos ignoraban por completo, nos le acercamos a la persona que servía. Muy desconfiado el camarero nos solicita los boletos como si estuviéramos mintiéndole, lo cual hizo enojar bastante a Axel exigiéndole de inmediato a que cumpla con el servicio por el que habíamos pagado porque ya dejaba bastante que desear todo lo que nos habían hecho pasar (reventa de boletos, cambio a otros asientos que no reclinaban, ventanillas que no subían, aire que no teníamos, ventilador que ni ventilaba).
El viaje hubiera sido mucho más placentero si las cosas hubieran salido bien porque viajar en tren, pese a todo esto, vale la pena. Decimos esto porque los paisajes que se ven a lo largo de su trayecto son por demás maravillosos y en especial el último tramo antes de llegar a Tupiza en donde se puede disfrutar de la confluencia de los ríos Tupiza y San Juan de Oro. Esta zona es conocida como Entre Ríos y es de una maravilla incomparable. También no merece desperdicio el paso por un túnel dentro de las montañas. Esta zona, también cercana a Tupiza, es conocida como El Angosto.

Finalmente a las 18.25 horas, y tras casi tres horas de viaje en donde se mezclaban la admiración por los paisajes vistos y la bronca de un servicio que podía haber sido mucho mejor de lo que fue con un poco de buena voluntad, llegamos a Tupiza.

20 de febrero de 2008

VILLAZON, BOLIVIA.


Una vez que hemos pasado la frontera teníamos tiempo para visitar y pasear por Villazón hasta la salida del tren a las 15.30 horas.
Villazón es una de las tres ciudades fronterizas de Bolivia con Argentina. Conectada a La Quiaca por medio de un puente y separada tan solo por un río, llamado La Quiaca, tiene un gran flujo humano. Gente yendo y viniendo, cargada con bolsas, mercaderías, muchos turistas que pasan de uno y otro lado, algunos para pasear, otros como nosotros de paso para seguir y otros para calmar su sed consumista comprando pulloveres, gorros, guantes, indumentaria deportiva, algunas cosas de tecnología como mp3 y cámaras digitales. El cambio, todavía favorable, permite este importante nivel de consumo. El Boliviano y el Peso Argentino funcionan paralelamente como moneda aunque en el caso de este último es preferido por los comerciantes por encima de su propia moneda nacional. Es que como nos diría una comerciante nosotros pasamos muchas veces a La Quiaca. Un Peso Argentino eran 2,32 Bolivanos en ese momento.
Villazón fue fundada el 20 de Mayo de 1910 por Juan Manuel M. Deheza a quien podemos observar su busto en una de las fotos. La creación de esta ciudad fue producto de la expansión del ferrocarril hasta la vecina ciudad Argentina de La Quiaca, obra llevada a cabo por el ingeniero Boliviano Modesto Omiste, hecho que se consumó en el año 1907. En este contexto es que es creada Villazón, quien inicialmente ha sido llamada La Quiaca Boliviana, y luego rebautizada con el actual nombre en honor al presidente que en ese momento ejercía el poder en el vecino país: Eleodoro Villazón.
Inicialmente la ciudad fronteriza dependía de la Provincia de Sud Chichas hasta el año 1958, año de la creación de la Provincia Modesto Omiste, provincia de la que actualmente depende la Ciudad de Villazón.
Su avenida principal, la Av. República Argentina, es la que se conecta con la frontera Argentina. Cientos de comercios se suceden uno al lado del otro en sus escasas tres cuadras. La avenida tiene su continuación en la Av. 20 de Mayo que conmemora el día de su fundación y luego se transforma en Av. Antofagasta.
Sobre la Av. Antofagasta se encuentra la estación de ferrocarril, allí compramos nuestros pasajes a Tupiza que habíamos reservado previamente por e mail. Hasta aquí la historia con los ferrocarriles de Bolivia venía bien...la reserva estaba hecha y los adquirimos sin inconvenientes. Nos acercamos a la ventanilla, verificaron, nos dieron los boletos y nos dieron la factura correspondiente. Todo muy perfecto... pero algo iba a fallar... y ya lo sabrán en la próxima historia.
La plaza principal fue el punto de nuestro descanso. Frente a la plaza se encuentra la Intendencia y una pintoresca iglesia. Allí nos pusimos a reparo del sol durante algún tiempo luego de haber caminado, comprado algunas cosas, cambiado Pesos por Bolivianos y adquirido los boletos.
Ya a las 14 horas nos acercamos nuevamente a la estación de ferrocarriles y esperamos con ansias la llegada del mismo para irnos a Tupiza.
Aquí comienza una nueva historia.

17 de febrero de 2008

LOS PREPARATIVOS PARA CRUZAR A BOLIVIA


Después de la hermosa experiencia que tuvimos durante el día 13 de Enero nos dispusimos a despedirnos por unos días de La Quiaca y de Argentina para poner proa a nuestra segunda etapa del viaje: el cruce a Bolivia.
En el año 2005 cruzamos a Bolivia pero con un fin de curiosidad y de dar tan solo una vuelta. Esta vez lo haríamos como para conocer una parte de ella y pasar algunos días: nuestro itinerario incluía a Villazón, nuevamente de pasada, Tupiza y sus alrededores, Suipacha, una excursión de cuatro días por los desiertos, lagunas y salares del sudoeste Boliviano, Uyuni, Colchani, Potosí y Sucre. De todo esto nos quedó pendiente Sucre desgraciadamente. Quedará para otro viaje muy seguramente.
El 14 por la mañana luego de un muy buen desayuno en la hostería donde nos alojábamos calzamos nuestras mochilas y emprendimos rumbo hacia el puesto de frontera. Allí nos esperaba una larga cola que avanzaba lentamente. Una vez hechos los trámites en el puesto de salida de Argentina debíamos pasar y hacer la entrada en el puesto de Bolivia. Allí completamos el formulario rápidamente y a partir de allí no pisaríamos más suelo Argentino hasta el 23 por la tarde.
Comienza aquí una nueva etapa de nuestro viaje.



15 de febrero de 2008

DESPUES DE TRES AÑOS...LLEGAMOS A LA LAGUNA DE POZUELOS.











Después de tres años llegamos a la Laguna de Pozuelos. En el 2005 nuestro plan de viaje incluía la posibilidad de conocer la Laguna de Pozuelos. Para ello habíamos hecho base en Abra Pampa. Fue infructuoso ya que no pudimos dar con el guardaparques, ni con guías que nos llevaran y los micros no llegaban a la zona debido básicamente a que la ruta se encontraba en pésimo estado por las lluvias. Conclusión plan frustrado y las ilusiones de conocer dicha laguna quedaron truncas.
Pero en esta vida siempre hay una revancha y, en este viaje particularmente, cuando nos ofrecieron la posibilidad de conocer la Laguna de Pozuelos no lo dudamos. Más allá de que íbamos a ver flamencos rosados por dóquier en Bolivia, no podíamos dejar de hacerlo estando tan cerca...bueno digamos que relativamente cerca.
Luego de llegar al majestuoso paisaje del Filo del Angosto nos volvimos a Santa Catalina para almorzar junto al río y allí preguntar si era posible tomar un camino alternativo que sale de Santa Catalina. Sabíamos de la existencia de esta huella pero también éramos conscientes de la limitación que ofrecía el camino por lo cual no esperábamos otra respuesta que la que nos dió un poblador de Santa Catalina llamado Fidencio Farfán:
- Imposible, el camino está malísimo.
Las alternativas eran entonces volver a Cienaguillas y desde allí tomar la Ruta Provincial 87 que luego se transforma en la Provincial 69 pasando por Pasajes, El Rodeo y Pozuelos hasta dar con el empalme de la Provincial 7 para poder entrar allí por el acceso sur de la Laguna en donde se encuentra la casa de guardaparques o bien tomar la Ruta Provincial 7 y terminar también en el acceso sur de la misma. Elegimos la primer alternativa.
Sobre la ruta antes de llegar a Cienaguillas subimos a una señora que venía caminando desde Puesto Grande para darle de comer a algunas personas que estaban en el campo trabajando en los tolares bajo el impiadoso sol puneño. Llevaba una carga pesada de comida para aproximadamente 15 o 20 personas, sus primeras palabras fue un gracias. Luego de ello trabamos una breve conversación hasta que se bajó en el lugar donde estaban los trabajadores.
Seguimos a Cienaguillas y desde allí nos dispusimos a tomar por la Ruta Provincial 87 que luego se transforma en Provincial 69 hasta el empalme con la 7 para acceder por la entrada sur de la laguna.
Allí el Río Cincel ofrece un paisaje maravilloso que brindaba la acogida de una veintena de visitantes de distintos parajes de Jujuy que acampaban. Un sol maravilloso que hacía brillar el agua dandóle la apariencia de su antiguo esplendor cuando volaban las pepitas de oro en sus cristalinas aguas. La casa del guardaparques era la única construcción en aquella inmensa altiplanicie que se encontraba con el candado puesto. Una vez más no conoceríamos al famoso guardaparques.
Pasamos con la camioneta y ya internándose unos kilómetros tuvimos que bajar para seguir a pie. Fueron aproximadamente dos kilómetros de caminar, dos para llegar y dos para volver. El terreno se empezó a poner algo cenagoso a medida que avanzábamos y las nubes que teníamos a nuestro oeste cada vez eran más amenazantes. A nuestro paso se nos aparecían cada tanto alguna que otra ave que sobrevolaba el azul cielo puneño y algunas huidizas vicuñas que correteaban en la verde alfombra del altiplano. Nos acompañaban también el sonido de los truenos amenazantes que avanzaban desde el oeste hacia nosotros y cada tanto a lo lejos podía divisarse la caída de un rayo.
Ya acercándonos a la laguna podían divisarse las primeras parinas que reacías a la presencia humana se corrían más y más. Sin embargo el hecho de haber contado con los binoculares nos facilitó la cosa y pudimos verlas como si las hubiéramos tenido al lado nuestro.
Estábamos a 4200 metros sobre el nivel del mar y nos sentimos más que bien, la altura no hizo mella sobre nuestros organismos. Eso era el indicio de que no tendríamos problemas en lo que vendría más adelante del viaje. Axel lo graficó con una frase célebre: "esto tan solo fue un entrenamiento".
A nuestra vuelta se presentó la posibilidad de volver por un camino alternativo que nos llevaba a La Intermedia y desde allí, por el asfalto de la Ruta Nacional 9, a La Quiaca. Gracias a dos personas que habíamos levantado en el camino es que no tomamos el mismo ya que nos alertaron de su pésimo estado:
- Está muy malo el camino, ha llovido mucho nos dijeron.
Era cierto los terrenos anegados que habíamos visto durante toda la jornada daban cuenta que había llovido bastante en los últimos días.
Luego de ello subieron a la parte trasera de la camioneta y los llevamos hasta Rodeo. A su término agradecieron y nosotros seguimos nuestro camino hacia La Quiaca por donde habíamos venido.

12 de febrero de 2008

BIEN AL NORTE DE LA ARGENTINA...EL FILO DEL ANGOSTO.

Bien al Norte de la Argentina, allí donde se yergue el coloso Cerro Branqui que no pudimos ver porque las nubes lo tapaban, se encuentra El Filo del Angosto. Cerca de allí, muy cerca, está el pueblo de El Angosto.
Este pueblo habitado por 60 familias al que fuimos atraídos por la lectura de la Revista Lugares Nº 132 se autoabastece merced al micro clima allí reinante que permite producir lo que dicha comunidad consume. "Raras son las veces que la gente sale del pueblo porque en el pueblo tienen todo" dicen en dicha revista.
Allí fuimos luego de pasar por Santa Catalina y la sorpresa del paisaje que ya venían describiéndonos la gente del lugar como un lugar muy lindo fue mayúscula: es un lugar muy hermoso, con colores intensos en distintas gamas de rojos, amarillos, verdes, marrones, grises, un cielo maravilloso y un silencio aterrador que reflejamos en este video:



Estuvimos allí un largo tiempo disfrutando del silencio, contemplando lo que aún no podíamos salir de nuestro asombro, de la solitud más absoluta y en el medio de esa inmensa soledad un pueblito al que llegan generalmente gente que proviene de Bolivia y que toma como camino de atajo esta zona para volver a entrar al territorio Boliviano...y bueno... algún que otro loco como nosotros que se nos ocurrió llegar hasta allí.
No hay mucho más para decir las fotos y el vídeo hablan por si solos. Bien al norte de nuestro país...en donde comienza: Filo del Angosto.

Roslie y Axel en el Filo del Angosto

Vista del pueblo de El Angosto

Vista del Filo del Angosto

9 de febrero de 2008

SANTA CATALINA...COFRE DE VIRTUDES Y TRADICIONES










Nuestro próximo destino luego de llegar a Cienaguillas fue Santa Catalina, a 67 Km. de La Quiaca.
Cuna de virtudes y tradiciones, tal como reza el cartel que hay sobre la ruta en su entrada, Santa Catalina es un antiguo centro minero de importancia. La iglesia de Santa Catalina es su principal construcción que data de mediados del Siglo XVIII, con bellísimas imágenes religiosas en su interior.
Santa Catalina está emplazada a 67 Km. de La Quiaca y a 3800 metros sobre el nivel del mar. Al pueblo lo surca el río Santa Catalina y lo unen a él dos puentes de reciente construcción que enlazan la parte alta del pueblo en donde está la iglesia y la parte baja del mismo.
Llegamos a Santa Catalina. Sus calles pobladas de guirnaldas y su silencio nos habla de la fiesta del día anterior. Las campanadas de la iglesia nos indica de la pronta convocatoria a una misa y, a la vez, el despertar de un pueblo que ha festejado lindo el día anterior.
Estuvimos en la hermosa iglesia de tres pisos construida en el Siglo XVIII y trabamos por unos minutos conversación con el cura párroco del lugar.
La poca gente que a esa hora caminaba por el pueblo se acercaba y conversaba amablemente. Primero con un saludo de buen día, acto seguido preguntaban de dónde éramos y hacia donde íbamos. Cuando a todo el mundo le decíamos que luego seguíamos al Filo del Angosto, decían Ah si!!! eso que es lindo. Hasta ese entonces nuestra impresión era dicen que es lindo...pero esto ya es muy lindo...entonces ¿cómo será?.
Después de sacar algunas fotos, compramos unos fiambres, pan, algunas frutas, entre otras cosas y seguimos nuestro viaje. Luego, hacia el mediodía, volveríamos nuevamente para almorzar en el mirador de un remanso del río.
La belleza del lugar es verdaderamente atrapante y si fuera por nosotros nos hubiéramos quedado pero debíamos seguir.
Los dejamos con las fotos y una cuequita que interpreta Tomás Lipán dedicada a Santa Catalina.




5 de febrero de 2008

CIENAGUILLAS.





Luego de pasar por la hermosa Cuesta de Toquero y de ascender a casi 3700 metros sobre el nivel del mar llegamos a una altiplanicie. El camino realmente no era el mejor, había llovido los días anteriores y muy seguramente la noche anterior también. Al costado del camino se notaban grandes extensiones de campos anegados y algunos arroyos y riachos crecidos que llevan sus aguas al sistema de Laguna de Pozuelos.
Horacio nunca se cansaba de afirmar "ven toda esa agua...va a parar a la Laguna de Pozuelos".
Grandes extensiones de tolares, rebaños de ovejas y llamas, gente que trabajaba bajo el implacable sol puneño, el poblado de Puesto Grande y algunas vicuñas que pastaban libres completaban nuestro paisaje en el camino hacia este pueblo ubicado estrátegicamente en el cruce de las Rutas Provinciales 5 y 87, a 3682 metros sobre el nivel del mar.
Efectivamente Cienaguillas es el punto de partida de muchos caminos: siguiendo por la Ruta 5 hacia el Noroeste se llega a Santa Catalina, y más allá, a El Angosto; hacia el sur se accede a los pueblos de Pasajes, El Rodeo y Pozuelos hasta dar con la Provincial 7 que te lleva a Rinconada hacia el oeste y a Abra Pampa al este. Esta misma ruta 7 que al dar una vuelta rara llega paradójicamente a Cienaguillas; hacia más al norte otros caminos se bifurcan desde Cienaguillas para llegar a los alejados pueblos de Calahoyo, Casira y el fronterizo pueblito de Piscuno. En síntesis Cienaguillas es un gran encuentro de caminos, seguramente también lo será de historias.
Al llegar allí a Cienaguillas no pudimos dejar de recordar a un amigo, Lucio, quien nació allí mucho tiempo atrás y que no vuelve a su pueblo ya desde hace más de 25 años. Tratamos en vano de poder ubicar su casita en la lomada de una de las tantas montañas infinitas que hay en el vasto paisaje de la Puna, nos fue imposible.
Seguramente a Lucio mismo le sería difícil reconocer su propio pueblito...aquí algunas fotos del mismo.