29 de abril de 2009

SALAR DE ARIZARO.

Durante el viaje hemos hecho varias veces de un raconto de los salares que conocíamos y en efecto no son pocos. El primero en haber conocido fueron las Salinas Grandes en el año 2005. Durante el año 2006 conocimos el Salar del Hombre Muerto y el Salar de Antofalla, este es el salar más largo del mundo con 163 km. de extensión. En el año 2008 conocimos en Bolivia el Salar de Uyuni, el más grande del mundo, nada más ni nada menos que una extensión de blancura total de 12000 km2, o sea 58 veces la Ciudad de Buenos Aires.
Durante el año 2009 conocimos en Chile el gran Salar de Atacama pasando previamente en nuestro recorrido hacia el vecino país por la Ruta Nacional 52 y conociendo el Salar de Olaroz y el de Jama y en Chile el de Quisquiro y el de Pujsa. El Gran Salar de Atacama es el salar más grande de Chile y el segundo del mundo.
A nuestro regreso hacia Argentina conoceríamos algunos salares más como el de Pocitos o Quirón, la Salina de Tolar Grande, el Salar de Río Grande y el Salar más grande de Argentina y el tercero más grande del mundo: El Salar de Arizaro.
El lector de este blog dirá pero estos locos no tienen otra cosa que conocer salares?, pues bien consciente o inconscientemente hemos conocido el podio de los tres salares más grandes de este planeta, a saber, Uyuni (Bolivia), Atacama (Chile) y Arizaro (Argentina). Como si esto fuera poco también el más largo del mundo: Antofalla (Argentina).
En esta ocasión nos corresponde hablar del Salar de Arizaro que como habíamos dicho en una entrada anterior su nombre debe origen a un vocablo de origen Kunza que significa dormidero del buitre, en alusión a que allí llegaban los cóndores en búsqueda de osamentas del ganado que perecía en su penoso viaje a Chile. También Arizaro puede devenir de la palabra Quechua Ari Saru, el cual significa huellas hirientes, en alusión a que los arrieros que transitaban a Chile debían atravesar este inmenso salar dejando sus pies lastimados y su calzado roto por el filo de los cristales de sal. Su superficie total es de 1500 km2 o sea unas 8 veces menos que el de Uyuni y unas 7,5 veces más que la Ciudad de Buenos Aires.
Este salar posee una antigüedad entre 5 y 10 millones de años en el Mioceno Superior (Era Terciaria) y se cree que se trata de antiguos lagos salados de origen volcánico sin salida que fueron evaporándose dejando la salinidad en el suelo.
Tuvimos la suerte en la excursión de cruzar el Salar de Arizaro de este a oeste y de sur a norte, razón por la cual hemos podido comprobar que en su vasta geografía existen diversos paisajes: algunos ampliamente blanquecinos y otros que presentaban mucho sedimento, tornándolo una mezcla entre el color rojizo de la tierra con el blanco de la sal. También con extrañas formaciones en el medio del salar de pequeños volcanes que no se han desarrollado como el que pudimos apreciar desde Caipe con forma de herradura o el Cono de Arita, símbolo indudable del Salar de Arizaro.
De los lugares en sí y de las anécdotas de viaje lo dejaremos para después. Ahora los invitamos a que disfruten de algunas imágenes de este lugar impagable.

Estas primeras dos fotos corresponden a la zona del Salar de Arizaro no bien se sale de Tolar Grande.

En las cercanías de Caipe.

El Salar de Arizaro desde Caipe.

Salar de Arizaro y el Cono de Arita.

El Salar de Arizaro visto desde el Cono de Arita.

25 de abril de 2009

TOLAR GRANDE.

Finalmente y tras estos conmovedores paisajes puneños, hemos llegado a Tolar Grande.

Tolar Grande es un pueblo pequeño que apenas supera los 180 habitantes, que se encuentra en el medio del Dto. de Los Andes, en la Puna Salteña.

El mismo hoy cuenta con servicios básicos atendidos con la característica cálidez del habitante de estos lares como ser la sala de primeros auxilios, el refugio Franco Argentino Afa Puna, otro refugio más por si sobrepasa la capacidad de este primero, comedores de casas de familia, almacen de ramos generales, un único teléfono público, artesanías, servicio de internet e incluso una antena de largo alcance con la que con determinados celulares podés llegar a tener señal, escuela primaria, un polideportivo con una pequeña canchita de fútbol e iglesia.


Se trata del último pueblo de la Puna Salteña antes de la frontera con Chile por vía del Paso Internacional de Socompa y se encuentra a la vera de la Ruta Provincial 27 que parte desde Caucharí hasta el campamento abandonado de Mina La Casualidad, pueblo que ha sido en otrora una verdadera ciudad con excelentes servicios. Ya contaremos respecto del mismo algo de su historia y de sus historias que nos motivaron a conocerlo.

Llegados a Tolar Grande hemos de notar que el Refugio Afa Puna estaba exclusivo solo para nosotros, es decir, nosotros éramos los dos únicos turistas que habíamos llegado a Tolar Grande. Dejamos nuestras cosas, charlamos un poco con la gente encargada del refugio y con José y luego pasamos por la oficina de la Secretaría de Turismo de la Municipalidad y conocimos allí al amigazo Lorenzo Pilar Martínez con el que Axel tuvo el gusto de contactarse unos meses antes vía e mail.

Contentos de estar allí José nos mostraba algunas fotos de los paisajes que veríamos y alimentaba nuestra ansiedad por conocer y preguntar cada vez más cosas.

Luego de esta linda charla que tuvimos con José y con Lorenzo, le manifestamos a ambos la intención de quedarnos por espacio de cuatro o cinco días con un plan de conocer aún más cosas de las que finalmente conoceríamos. Esta intensión primaria planificada desde un escritorio, desde Buenos Aires y frente a una computadora con internet, chocaría con la realidad y sería imposible. La razón por la que sería imposible obedecía a que de haber sido por la gente de Tolar Grande ellos estarían encantados en que nos quedarámos más días aún - y de hecho así fue el ofrecimiento hasta el 26 inclusive - pero eso era imposible para nosotros en virtud de que teníamos ya pactada la vuelta a Buenos Aires el 25 de enero. Antes para ellos era que nos volvierámos a Salta el día 20 de enero en horas de la tarde, o sea, una estadía de tres días y dos noches. Debemos aclarar que José trató por todos los medios de ver si había posibilidades de que alguna otra camioneta nos pudiera traer aunque sea a San Antonio de los Cobres pero ello fue simplemente imposible.

En ese momento mascullamos un poco de bronca por que el paisaje y el lugar fue como un flechazo a primera vista y las ganas de quedarnos eran muy fuertes pero no podíamos darnos el lujo de perder nuestros pasajes de vuelta ni de volver a Buenos Aires a nuestras responsabilidades laborales dos días después de lo pactado. Con un poco de resignación terminamos aceptando la realidad y por primera vez en estas vacaciones el plan de viaje empezaba a mostrar algunas modificaciones.

Para el día siguiente pactamos con Lorenzo hacer una excursión larga que incluía el cruce del Salar de Arizaro, el Salar más grande de Argentina, la visita a la Estación Caipe y el mirador que hay desde allí del Salar, la visita del Salar de Río Grande, el pueblo abandonado de Mina La Casualidad, el cruce desde Mina La Casualidad hasta el Cono de Arita y por último ya durante la tarde la vuelta a Tolar Grande, una excursión larga, agotadora, pero tan impactante y tan llena de imágenes que hace olvidar de cualquier tipo de cansancio.

Seguido a ello nos fuimos caminando por las escasas cuadras que tiene el pueblo visitando la iglesia, el polideportivo, comprando un poco de yerba para tomar mate en el almacen y en el camino volvemos a encontrarnos con José quien nos pregunta si teníamos pensado cenar. Ni cortos ni perezosos, preguntamos que podía llegar a haber y nos dice: "bueno en lo de Lorenzo hay asado de llama con ensalada"...no lo dudamos un solo momento, hacía allí fuimos a comer ese manjar. Haciendo un poco de sobremesa luego le contamos un poco del porque se nos había ocurrido veranear en este distante paraje de la Puna Salteña y también contamos anécdotas de como lo fuimos conociendo por internet a Tolar Grande gracias a Sebastián de Latitud Cero, a los Viajeros de Eduardo y Carlos y como fue que antes de conocerlo se lo habíamos recomendado a nuestro amigo Chugo quien malogró su intento de llegar en su Renault 12 a pocos kilómetros de Tolar Grande.

Mención aparte, porque no lo habíamos hecho antes y sería injusto de nuestra parte no haberlo hecho, (más vale tarde que nunca) agradecemos la inestimable colaboración de datos que nos ha proporcionado Sebastián Vázquez Zarzoso de Latitud Cero, quien nos ha contactado con la empresa de micros Pullman Bus que nos llevó a San Pedro de Atacama y con los datos que nos brindó del micro a San Antonio de los Cobres y de José Piu para que llegaramos a Tolar Grande. También agradecer la excelente predisposición de José en cada mail, de Lorenzo, su esposa e hijas, del enfermero de Tolar Grande Ricardo Arjona.

Lorenzo quien se había contactado con Chugo también se lamentó mucho de que no pudiera llegar pero nos hizo saber que cuando llegue Chugo será muy bienvenido a Tolar Grande.

Luego de la cena y de la charla de sobremesa nos fuimos a descansar al refugio preparándonos para un nuevo día.

19 de abril de 2009

EL IMPRESIONANTE Y EMOCIONANTE CAMINO A TOLAR GRANDE.

Luego de la foto de rigor en el cartel que indica las distancias desde el pueblo de Salar de Pocitos, pusimos proa con la Ford Ranger de la Municipalidad de Tolar Grande hacia el pueblo. Antes de ello debimos pasar por lugares cuya belleza es incomensurable y que pese a que aquí subiremos cerca de una veintena de fotos, creo que ninguna puede llegar a mostrar la belleza de ese lugar en toda su magnitud.


Una recta larga nos esperaba primero en la que debíamos pasar por el mísmisimo Salar de Pocitos, también denominado Salar de Quirón. Esta recta larga de la ruta y la zona que la circunda se la denomina Campo de la Paciencia. Por un largo trecho esta recta nos muestra tan solo una pequeña parte de la belleza de lo que vendrá. Al termino de esta prolongada recta una curva hacia mano derecha nos indica la presencia de unas formaciones rocosas denominadas las pesuñas de vicuña.


Luego de ello el paisaje comienza a transformarse y pronto nos vamos introduciendo a un escenario de otro planeta. En efecto la presencia de pequeñas montañas y del suelo color rojo junto con la ausencia total de vegetación nos hace creer que nos encontramos en el planeta Marte.


Primero viene la formación de Los Colorados. Esta formación nos acompañará durante gran parte del viaje. La ruta se abre camino entre las montañas, por momentos generosamente y por momentos en forma muy pero muy estrecha. En ese tramo de la ruta las piedras que se encontraban junto a la ruta dejaban tan solo el espacio estrecho como para que pase un auto.
Aquí nos acordábamos de un video que nuestro amigo Chugo subió y que no podía parar de ensalsar el maravilloso paisaje.


El silencio era total, cada tanto solo era entrecortado con algunos elogios al paisaje. Disfrutar cada centímetro de este paisaje fue una tarea y una experiencia inolvidable.


Cada centímetro nos rompía la cabeza y nos deparaba una y otra vez la sorpresa y el asombro con el que en un lugar en donde parezca que haya tan poca vida pueda existir tanta belleza.
Así fue como llegamos al Desierto del Diablo en una tarde maravillosa que había dejado atrás definitivamente la tormenta.


Como telón de fondo de este mágnifico desierto están las rojizas montañas denominadas La Catedral. La formación de estas también nos hacen recordar a los moldes de los flanes.


Llegados al desierto ninguno de los dos pudimos aguantar la emoción de ver tan asombroso paisaje. Allí nos quedamos por un largo rato tomando fotos y disfrutando del silencio.


A este asombroso desierto le siguió el tramo denominado Las Siete Curvas desde donde se puede contemplar todo el paisaje del desierto, luego viene el Salar del Diablo. En pleno Salar Los Quioscos, como así son llamados, obligan al conductor a aminorar la marcha y contemplar así mejor la belleza. Todo ello en unos pocos kilómetros que son un suceso de miles y miles de imágenes inolvidables e increíbles.
Luego del Salar del Diablo una formación pétrea llamada Ciudad de Piedra nos sorprende con los rayos del sol frente a ellos. El camino es todo de ascenso hasta llegar al Abra de Navarro, lugar desde el que se desciende para llegar a Tolar Grande.


Un cartel nos indica la llegada al pueblo unos metros antes de que comiencen a aparecer las casas. Hacia uno y otro lado el pueblo se encuentra rodeado de montañas, también a lo lejos pueden observarse los volcanes de la Cordillera de los Andes, pero nada más sorprendente que el colorido Cordón del Macón cuyos colores brillan con el atardecer otorgándole así el mote de Cerros de Oro. Sin dudas nunca tan bien puesto un nombre.


A partir de aquí comienza otra etapa de nuestro viaje, sin dudas MARAVILLOSA.

17 de abril de 2009

DESDE CAUCHARI HASTA SALAR DE POCITOS.

Dejamos atrás el pueblito de Caucharí y tomamos la Ruta Provincial 27 en dirección a Salar de Pocitos, lugar donde nos detendríamos nuevamente. Atrás quedaba la Ruta Nacional 51 y también la tormenta. El camino del tramo de esta ruta se presentaba bastante aceptable, con algo de serrucho y piedras sueltas pero nada que pudiera significar una complicación.


El paisaje discurría en su monotonía, razón que en este tramo impulsó más que nada a que tuviéramos un buen diálogo con José y con Jorge quien intervenía esporádicamente en la conversación confirmando algunos datos como por ejemplo la cantidad de habitantes que tiene Caucharí, la cual apenas superan el centenar de almas. "Alguna vez Caucharí fue más importante, llegó a tener mucha más gente por el tema de la explotación minera" nos comentaba Jorge quien recordaba los tiempos en que el Ferrocarril Belgrano funcionaba. Hoy esas vías penan entre el abandono y el olvido. y allí están solitarias soportando las inclemencias del tiempo esperando a que alguien las vuelva a reactivar algún día.


Seguimos viaje y entre tanta charla llegamos a la Estación Laguna Seca, lugar en donde José bromeaba sobre la existencia de un fantasma en la intacta estación.
Unos veinte kilómetros más adelante de Estación Laguna Seca se encuentra el pueblo de Salar de Pocitos.


Salar de Pocitos es un pueblo en donde convergen las rutas Provinciales 17, 27 y 129. La 17 proviene desde la frontera con Catamarca, se trata ni más ni menos que de la continuación de la Ruta Provincial 43 de Catamarca la cual lleva a Antofagasta de la Sierra, la 129 es la que proviene de San Antonio de los Cobres vía Santa Rosa de los Pastos Grandes y Abra de Gallo y la 27 es la que venimos nosotros y la que seguimos para acceder a Tolar Grande y que va desde Caucharí hasta Mina La Casualidad. Por esta última Ruta también se puede llegar al Paso Socompa tomando en Caipe el desvío de la Ruta Provincial 163 la cual comunica Taca Taca con Socompa, pasando por Caipe en donde se cruza con la 27.


Allí cuando llegamos a Salar de Pocitos paramos para ir a lo de Doña María, quien brinda alojamiento al puñado de visitantes aventureros que llegan a estos lares, para dejarle el encargue que le hizo a José el cual consistía en una bolsa de hojas de coca.
Amablemente María nos invitó a pasar a su casa en la cual estuvimos tan solo un instante. Luego salimos afuera a tomar algunas fotos del pueblo cuyo silencio era perturbado por un grupo de chicos que jugaban y que andaban en bicicleta de una punta a la otra del mismo haciéndose ver para que les saludemos y les tomáramos alguna foto.


Todo el pueblo se resume en unos pocos metros en donde confluyen los caminos, las vías del tren con su estación abandonada, las casas, una iglesia, la escuela, una cancha de basquet, dos de fútbol y un poco más lejos una empresa minera que extrae mineral en el Salar de Pocitos.


El pueblo tiene como uno de los telones de fondo las siluetas de las montañas que aunque enormes y cercanas que parezcan no lo están tanto. La más importante de todas y que vigila a estas almas como si ella fuera su custodia es el Nevado del Quewar, montaña que por otra parte es sitio sagrado o santuario de altura.


Axel al ver la canchita de fútbol no dejó pasar la oportunidad para hacerse el que estaba atajando, como en otros tiempos, primero haciendo que formaba una barrera mostrando su mano como indicando cinco y luego como si estuviera yendo en búsqueda de una pelota que solo en su imaginación para la foto existía.


Luego de este gracioso set fotográfico nos fuimos caminando por la ruta en dirección a la salida/entrada (según desde donde uno lo mire) del pueblo para buscar uno de los carteles más famosos de esta ruta que es el que indica las distancias entre Salar de Pocitos y Tolar Grande (86 Km.), entre Salar de Pocitos y Caipe (148 Km.) y entre Salar de Pocitos y Mina La Casualidad (215 Km.). Coronado con una cornamenta de un cordero el cartel y el paisaje advierten de sus peligros, pero también de su belleza incomparable.

José quien sale junto a Jorge y su hijo de lo de Doña María advierte que estamos en el cartel distante unos 300-400 metros aproximadamente. Las cosas que habrá dicho José de estos dos incorregibles turistas en ese momento la verdad no lo sabemos.
La verdad nos arrepentimos de no haber podido saludarla y despedirnos, no va a faltar ocasíón seguramente.
Nosotros quisimos en ese momento disfrutar del maravilloso entorno y de su tierra por que como a decir de Don Atahualpa Yupanqui "Para el que mira sin ver la tierra es tierra, no más" y nosotros estábamos "mirando y viendo" y disfrutando con todos los sentidos de ese sobrecogedor paisaje.