Pasamos la noche en el hotel hecho integramente en sal en el pueblo semi fantasma de Colchani con una noche que empezaba a verse como bastante fea. A lo lejos podían observarse la caida de algunos rayos y relampagueos que daban la pauta que pronto llovería. Y la lluvia no se hizo esperar, a las 22 horas una lluvia tenúe pero constante hizo temer que al día siguiente no pudiera realizarse la excursión al Salar de Uyuni.
Hilarión veía con suma preocupación la amenaza de la tormenta y hacía sus consultas con los restantes guías que llevaban los otros contingentes. Al final se pusieron de acuerdo los cuatro contingentes que se encontraban en el complejo de casitas hechas con sal para salir al salar lo más temprano posible. Todos juntos así de mediar un problema uno al otro se ayudaría.
Una vez acordado esto, Hilarión nos comunicó que deberíamos estar despiertos a las 5:00.
La ansiedad de Axel hizo que este se levantara a las 3:45 y viera con suma preocupación que todavía siguiera lloviendo. Al rato de haberse levantado ve a Hilarión que como siempre se levantaba mucho antes que todos nosotros para poner a punto todo y le pregunta:
- Hola Hilarión ¿cómo ves la cosa? ¿Podremos salir al salar?
Hilarión sin dudar le contesta:
- Axel acordamos salir todos juntos así será mejor para todos.
Las palabras tranquilizadoras de Hilarión dieron algún grado de certeza y de lógica. Quedarse en el medio del salar solos equivaldría a un suicidio.
Ya siendo las 5:30 salimos con rumbo al Salar de Uyuni. El camino es lento, tortuoso, la oscuridad es absoluta y solo a lo lejos, muy lejos, pueden verse algunas luces con las que se irían guiando los choferes de los jeeps.
Una vez adentro del Salar, todavía de noche, seguimos lo único que puede ser identificable en la oscuridad: las luces de las pocas construcciones que hay en el salar. Poco distinto es de día ya que en la inmensidad blanca de 12.000 Km.2 (esto es casi 60 veces la Ciudad de Buenos Aires) solo podés orientarte a través de las montañas, siendo el principal referente el Volcán Tunupa. Según Hilarión los GPS (Geoposicionadores satelitales) no funcionan o se vuelven locos y marcan cualquier cosa debido a la gran presencia de litio en el salar razón por la cual solo es posible ir guiándose por dicho volcán. Como quien dice "solo para expertos".
Al cabo de unos kilómetros de marcha nuestro jeep que iba delante de todos clavó sus ruedas en la inmensidad del salar, trató de zafar pero no pudo, es más se clavó más en la fragilidad de la sal. Los tres restantes jeeps intentaron pasar, uno por la izquierda, el otro por la derecha y otro intentando el mismo camino. Todos, absolutamente todos se clavaron.
Todavía no había amanecido e insistimos pero en cada insistencia era cada vez peor como nos quedábamos. Peor situación fue la que pasó el jeep en donde estaba un contingente de Argentinos y una pareja de Italianos. Ese jeep directamente además de estar clavado estaba levemente escoriado hacia la derecha corriendo serio peligro.
Hilarión ya al haberse dado por vencido entre tantas insistencias nos dijo:
- Tenemos que bajar.
Recién estaba amaneciendo y el termómetro del jeep marcaba 13º con lo cual afuera hacia mucho menos (estimado 10º y con lluvia). Nos arremangamos los pantalones, respiramos hondo, tomamos coraje y bajamos al salar cuya superficie estaba plenamente inundada con 10 centímetros de agua. Absolutamente congelados nuestros pies por el agua y el frío, no nos daba tiempo a pensar en ello porque lo único que queríamos es salir de la varadura.
Los restantes contingentes al ver que Hilarión, Marcela y nosotros estábamos en el agua intentando empujar decidieron hacer lo mismo. Inmediatamente un crisol de nacionalidades (Bolivianos, Argentinos, Estado Unidenses, Israelies, Belgas, Irlandeses, Ingleses, Italianos, Suizos y Canadienses) tirábamos todos de un mismo lado empujando una y otra vez las camionetas para sacarlas de aquella situación. La solidaridad se hacía presente una vez más y las ganas de seguir nuestra travesía por el salar nos hacia olvidar no solo del frío sino también de la altura (ya que el salar se encuentra a 3650 metros sobre el nivel del mar) poniendo la mayor fuerza para que saliéramos adelante.
Momentos en que se estaban usando las eslingas para sacar de la varadura a los jeeps
Finalmente y luego de casi una hora de intentos pudimos sacar una de las camionetas. La esperanza estaba a la orden del día ya que con la eslinga y cables podríamos sacar a las otras. Se hizo el intento pero lamentablemente los cables se cortaron en un intento por sacar nuestro jeep.
- Sonamos dijeron muchos y pensaron otros muy seguramente.
Muestras elocuentes de lo "feo" que estaba allí afuera
Sin embargo Hilarión se encargó personalmente de ir a Colchani con el único jeep que pudo ser sacado en búsqueda de algún auxilio, mientras tanto dejamos de mojarnos y de pasar frío para poder desayunar, tomar algo caliente tal como estaba planificado: desayunar en el salar, claro que no en estas circunstancias.
Adentro del Jeep tratando de "quitarle" frío a nuestros pies mientras tomábamos el desayuno
Habiendo pasado cerca de una hora y media Hilarión llega con dos viejos camiones que cargaban algunos tirantes, barretas y latones con los que se pretendía sacar de la varadura a los otros tres jeeps.
Junto con estos "salvadores" y todos (hombres y mujeres que integraban las distintas excursiones) a fuerza pura es que pudimos sacar a los jeeps y seguir nuestro viaje al hotel de sal.
Ya en el hotel de sal además de disfrutar de la salamandra que nos dió algo de calor, del hotel y del salar nos sacamos unas fotografías y desde allí estuvimos un tiempo más en el salar, ya que a la Isla Pescado no podríamos llegar por lo inundado que se encontraba el mismo, para volvernos a Uyuni donde terminaríamos la excursión.
Fotos del Salar de Uyuni
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