11 de febrero de 2006

ANTOFALLA, EL PUEBLO DEL SILENCIO.















Antofalla es un pueblito de apenas 40 habitantes al pie del Salar y del Volcán del mismo nombre, llegar a él implica trepar a las montañas hasta el Abra de los Colorados a 4667 metros de altura por un camino de huella abierto recién en el año 1989. Antes de llegar a Antofalla se tiene que atravesar el salar previo a tener una vista espectacular del paisaje una vez llegados a la cima de las montañas.

Su callecita principal que pueden observar en dos fotos se llama Soledad.
Realmente es un pueblo solitario, su silencio sólo es cortado por el viento que golpetea contra los árboles, un vergel en el medio de tanta blancura, en el medio de tanta desolación. Sus habitantes han ido utilizando técnicas de cultivo en invernaderos y riego en acequías que aprovechan de los deshielos de las altas montañas, de esta manera es que Antofalla tiene tanto verde en el medio de un lugar en que nada crece en forma natural.
A lo lejos se puede divisar en la falda de una montaña un cartel que reza simplemente "Bienvenidos a Antofalla".
El pueblo es todo en miniatura, sus casitas son pequeñas y con chimeneas humeantes, su iglesia es la más pequeña que hayamos visto data del año 1963 y no tiene más que tres banquitos.
También allí conocimos a Alfredito cuya madre nos vendió una alfombra de lana de oveja muy linda, nos contaba Alfredito que se tuvo que quedar solo porque sus hermanos salieron a buscar leña y si bien había burro para él acompañar a sus hermanos mayores, el mismo no tenía montura por lo tanto tuvo que quedarse. También nos acompañó a la escuelita a la que él iba y nos explicó que su maestro llega en camioneta hasta allí. Nos contó que ellos tienen clases de Septiembre a Mayo debido a las inclemencias del tiempo que no permiten las clases en el crudo invierno en donde es común tener temperaturas mínimas que rondan los 15 grados bajo cero.
Allí fuimos con el guía Adrián Fabián junto a Juan Pablo, Luciano, Esther y Micaela. Luego de visitar y de disfrutar de él lo dejamos allí, al borde del salar y del volcán, solitaria nuevamente... Antofalla, el pueblo del silencio.






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