Cuando llegamos al Paraje La Aguadita y conocimos la Escuela Nº 167 nos hemos llenado de muchisimas sensaciones.
Una de ellas es que esto queda en Argentina, que nuestras vidas de la gran ciudad no nos permite ver más allá, no nos deja imaginar que esto existe, que acota nuestra mente a pensar en solo la realidad que nos circunda.
Un colegio en el medio de la nada, con poco y nada de materiales, con el amor de un maestro (Héctor Cruz) que hace de todo en el colegio, a costa del desaire de parte de gobiernos que examinan números y no ven que allí se educan chicos. Si porque a esta escuela se la estuvo a punto de cerrar porque allí iba un sólo alumno. Basta con que haya un solo alumno para que allí siga la educación. Porque en la educación manda justamente el saber y no el economicismo, porque tuvieron que hacer malavares para que no la cierren entre los cuales figura el translado de otros tres chicos a esta escuela totalizando los actuales cuatro alumnos.
Tampoco recibían desde hace meses las raciones de leche, sin embargo, se las siguen ingeniando como para darles de comer a estos chicos que tienen clases en doble turno de Septiembre a Mayo y también se las ingenian como para quienes la visitan sean recibidos siempre con algo: pan casero, té, mate cocido, té de coca o té de pupusa.
Allí flameaba una desilachada bandera Argentina, hoy flamea una nueva bandera hace poco donada por nosotros, un lugar que con mucha emoción y lágrimas hemos dejado pero que nuestro recuerdo y nuestras ganas de colaborar con ellos permanecerá.
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